eHealth: ¿ventaja o peligro para la medicina?

Cada vez conocemos más aplicaciones relacionadas con la salud, en las que el big data puede jugar el importante papel de crear patrones y poder así anticiparse a enfermedades. Pero esta tendencia también tiene sus riesgos.

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Sobre todo desde hace unos meses, la comunidad médica alerta sobre los riesgos del llamado empoderamiento del paciente, que acude a consulta con una batería de respuestas a contrastar con el profesional: googlear sobre tus síntomas puede llevar a un autodiagnóstico erróneo.

La otra baza del eHealth es que permite que la información pase por un canal seguro para evitar perder el control de informes, imágenes en movimiento y fotografías. Las aplicaciones médicas están sometidas a leyes de protección de datos que solo permiten recopilar datos anónimos, pero tanto para enviar archivos como vídeo y fotos se necesitan blindar los canales.

Apps para acompañar a los pacientes

Diana fue especialmente creada para acompañar a las mujeres con cáncer de mama. Esta App, que tiene detrás a la farmacéutica Roche y la agencia Flash2Flash, hace hincapié en la psicooncología y los hábitos del paciente, extrayendo información sobre “datos genéricos” que se quedan en el teléfono de la mujer.

Diana López, una de sus creadoras, explica que “cuando nos pusimos a trabajar en ella nos dimos cuenta de que había muchas aplicaciones sin rigor médico; se necesitan avales de comunidades de doctores y de pacientes y la mayoría de las aplicaciones que encuentras en las tiendas de iOS y Android no tienen a nadie detrás. ¿Qué pasa en estos casos con los datos de los pacientes?”.

La aplicación pregunta a las mujeres sobre sus tratamientos y síntomas, y se encarga de cruzar esos datos con los de otras mujeres. Con eso les ofrecen gráficas para que, si por ejemplo se ven cansadas, lo perciban como algo normal.

Aseguradoras y médicos se resisten todavía a adoptar este tipo de modelos. Tania Hevia, directora desde hace cuatro años de Wake App Health, afirma que “hablamos de transformación digital cuando deberíamos hablar de transformación cultural, lo que implicaría que todos los agentes del sistema trabajasen juntos”.

El modelo de las videoconsultas

Algunas empresas que intentan innovar en salud se quedan por el camino. Es el caso de Doctor24, empresa pionera en videoconsultas que cerró a los dos años de vida.

Sin embargo, hay en el mercado otras aplicaciones que siguen intentándolo. Por ejemplo, Sanitas ha lanzado un producto que ofrece este tipo de consultas, mientras que las clínicas Quirón lo utilizan en procesos como los post operatorios.

Otro caso es el de Vida, de la que hablamos en un número anterior de la Revista DIR&GE.

Con 100.000 usuarios en los países donde está presente, Vida ofrece por 20 euros la consulta de forma inmediata y programada.

Los datos que maneja esta empresa, aseguran, “se almacenan bajo estrictos protocolos de seguridad”, y gran parte de la información que les sirve para mejorar el servicio se nutre de la información que el Ministerio de Sanidad publica, “por ejemplo alergias o vacunaciones”, e informes privados.

Aunque no descartan incluir algunas especialidades, como pediatría, de momento solo ofrecen consultas de atención primaria. Esta es la principal diferencia con su competencia más directa, Top Doctors, que tiene un cuadro de especialidades más amplio, además de citación en línea para reservar hora en consultas de distintas clínicas.

Alberto Porciani, CEO de la empresa, asegura que “desarrollamos plataformas seguras para mover todo el big data, para que los médicos puedan tomar decisiones cada vez mejores a través de información agregada”.

Pero si hay una plataforma de referencia que está considerada el Tripadvisor de la medicina, esa es Doctoralia. Con 10 años de experiencia en el sector, nació como una plataforma colaborativa en la que se opinaba sobre médicos, se les puntuaba y se podía pedir cita.

El teléfono móvil ha cambiado los hábitos de consumo”, explica su cofundador, Frederic Llordachs. “La gente duda y va a Google, se acabó la veneración a lo que diga el médico, así que hay que volver a educar al paciente para que recurra a fuentes rigurosas”.

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