El inicio de año, como otros cambios de ciclo, es siempre un buen momento para plantearse nuevos objetivos a todos los niveles, también el empresarial. Visualizarlos e interiorizarlos es el punto de partida para desarrollar el negocio de forma renovada, y a la vez, ordenada hasta el siguiente ciclo anual.
En ese sentido, por manidos que parezcan, los propósitos de año nuevo siempre giran en torno a asuntos estratégicos, y responden a un orden lógico. Aún así, no tienen porqué ser siempre los mismos, ni pierden vigencia, y pueden suponer un nuevo impulso y un nuevo giro para la organización.
Sintetizando al máximo, los objetivos últimos serían: conocer, mejorar y crecer. Pero en la medida en que podamos ampliar estos objetivos desglosándolos en una suerte de propósitos y desarrollarlos, entenderemos mejor en qué sentido trabajar para alcanzarlos.
Los 7 buenos propósitos que proponemos
. Innovar. La base de la innovación es el conocimiento, en todos los sentidos. Por lo tanto, será necesario realizar primero un ejercicio de autoanálisis (al estilo de los clásicos DAFO), para situarnos y detectar qué nos falta por saber, sobre todo en relación al mercado, nuestra competencia, y nuestras carencias internas. Una vez hecho este análisis, podemos proyectar mejoras en nuestra competitividad y la principal respuesta será la innovación, que es, hoy en día, una premisa ineludible y estratégica para toda empresa. Innovar significa ser valientes, ampliar la visión, apostar fuerte, con inversiones y recursos, investigar y proyectar. Y ya no es opcional.
. Mejorar los procesos. También de ese autoanálisis sacaremos conclusiones en torno a nuestros procesos internos y externos y sus posibles carencias, y eso nos ayudará a dar soluciones que mejoren nuestra productividad. Al igual que la innovación, la productividad es un objetivo básico, y el sostén esencial de toda actividad empresarial. Finalmente, es importante contar con las herramientas y recursos necesarios, como los ERP’s, para mantener continuamente la vigilancia sobre dichos procesos, y poder optimizarlos en todo momento.
. Conocer mejor a nuestros clientes. Una vez hayamos mirado hacia el interior de la organización, y nos hayamos marcado formas de mejorar, toca ampliar la información sobre nuestro mercado y nuestros clientes. Además de la investigación de mercado, hoy por hoy es clave acercarse al cliente, en todos los sentidos, para mejorar el conocimiento de sus hábitos, necesidades, demandas, intereses y nivel de satisfacción con nuestros productos y servicios, conocimiento de nuestra marca, etc (de ahí la creciente importancia de tecnologías en torno al Big Data). Son multitud los recursos, tanto tecnológicos como humanos que se pueden disponer para mejorar el conocimiento sobre nuestros clientes, y ahondar así en la relación con ellos.
. Socializar nuestra empresa. En ese sentido, juegan un papel fundamental los nuevos canales de comunicación, desde el email marketing, hasta las apps móviles y las redes sociales. Los social media han abierto nuevas posibilidades, no sólo para la percepción de necesidades, sino también para la interlocución y la generación de nuevas experiencias de compra, o de uso, y para la fidelización. Integrar todos los canales disponibles para conectar con el cliente a través de redes sociales es otro de los imperativos para la competitividad, hoy. Al mismo tiempo, esa conexión puede ampliarse a todos los ámbitos, incluida, por ejemplo, la cadena de producción, en el sector fabril o el retail, aportando valor añadido en eficiencia y productividad.
. Elegir los partners adecuados. Hoy, más que nunca, se diluyen las dualidades y las líneas que hasta ahora separaban a cliente y proveedor, o empresa y trabajador se diluyen para dar paso al concepto de colaboración, o partners. Asumida la dependencia recíproca se entiende que lo más beneficioso para todos es aunar intereses, y comportarse, en todos los sentidos como partners. Ahora bien, es clave saber elegir los partners adecuados: proveedores, colaboradores, e incluso clientes. Ser selectivos y elegir a los acompañantes más adecuados es la mejor garantía para un camino de éxito.
. Cuidar nuestra seguridad. Del mismo modo, nada es posible sin unos niveles mínimos de seguridad: en el negocio, en las relaciones, en el mantenimiento de infraestructuras, pero también las supraestructuras, es decir las herramientas y canales tecnológicos, y los datos. En la era de la Nube, donde todo se comparte, se multiplican los riesgos a la seguridad en este último ámbito, y es un reflejo de lo que ocurre en los demás. La facilidad de acceso y la multiplicación de canales y de información acrecientan la necesidad de blindar la seguridad, y hacerlo de forma continuada.
. Hacer crecer nuestro negocio. Todos estos son algunos de los ingredientes básicos para mantener y acrecentar el negocio, que es el objetivo más común de las empresas. Marcarse objetivos de crecimiento empieza asumiendo que es necesario abordar todos esos flancos. El resultado, sin duda, llegará. Mientras tanto, una mayor o menor dosis de ambición será la gasolina necesaria para mantener en ruta ese vehículo de sueños y deseos que es toda empresa.
