Es una de las bondades más publicitadas del big data: la gestión de grandes volúmenes de datos puede convertirse en un potente aliado a la hora de la toma de decisiones en las empresas. ¿Pero por qué? ¿Cómo contribuyen estos datos a la mejora de los procesos en las compañías?
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La verdad detrás de esta pregunta es que los datos, por sí solos, ayudan más bien poco o nada.
En cambio, si estos se seleccionan y analizan correctamente pueden ofrecer una panorámica muy útil sobre la situación de la empresa a nivel global. Y esto, a su vez, dará las pistas definitivas sobre el camino a seguir en el futuro.
Es lo que afirma la consultora SAS, especializada en inteligencia corporativa, que además enumera tres ventajas fundamentales derivadas de aplicar técnicas de analítica y big data en el día a día empresarial: reduce la incertidumbre, aumenta la precisión y eleva la rapidez.
De esta forma, la digitalización consigue trazar la pista del negocio de forma fidedigna y al completa.
Aporta datos desde el recorrido del consumidor o cliente, al control sobre los inventarios, pasando por el ajuste de la logística o la comunicación a través de redes sociales.
Es decir, se trata de avances transversales a todas las áreas de actividad que derivan en lo que que desde SAS denominan “fase de democratización de la analítica”.
Esto supone también un cambio importante con respecto a la gestión más tradicional, en la que la experiencia, la intuición o el cargo eran factores determinantes para ponderar criterios y soluciones.
En cambio, con el proceso analítico se minimizan los riesgos derivados del error humano, obteniéndose una decisión basada en hechos objetivos y contrastados.
“Tanto el conocimiento como su análisis están fluyendo a través de sistema de inteligencia artificial y machine learning… El big data es una innovación destinada a revolucionar la forma de trabajar”, resume Mike Beattie, CEO y fundador de la empresa especializada Mediamano.
Aportar valor al cliente
El big data debe estar integrado en la estrategia de la compañía pero, eso sí, sin perder de vista al cliente.
Ese es el principio que nunca ha cambiado, ni probablemente lo haga jamás: las empresas deben ser capaces de aportar valor a los usuarios.
Un valor que, según Ana Criado, Directora de Modelización y Data Lab en ING España, se traduce en “ser relevantes, entender las necesidades del consumidor, ser capaces de saber qué le está pasando en ese momento, predecir qué le va a pasar y adelantarse a lo que podamos hacer en el futuro”.
A este reto se suma el de preservar la seguridad de ingentes volúmenes de información, una tarea en la que el big data y la analítica predictiva son herramientas imprescindibles.
“La proliferación de ciberdelitos hace que sea casi imposible repeler proactivamente estas amenazas con las tecnologías actuales si no se aplica un nuevo enfoque donde intervenga el big data”, destaca la experta en ciberseguridad Marta Villén, directora general del Instituto para el Cumplimiento Normativo y la Prevención del Fraude (ICPF).
Lo que está claro es que las compañías se mueven actualmente en un escenario en el que los datos son la materia prima con la que trabajar.
Fuente Innova-tsn
