Smart City - Ciudadano Millennial

Quien habita una Smart City es el ciudadano millennial. Es decir: un ciudadano global, conectado a internet y que deja sus datos en la nube. Este ciudadano millennial se caracteriza por ser impaciente, creativo, participativo, demandante de servicios y calidad, concienciado en valores (ecología, sostenibilidad, transparencia…).

Un ciudadano así quiere participar en el desarrollo de la ciudad desde sus tres aspectos: sostenibilidad, desarrollo económico y prestación de servicios. Por lo tanto, el ciudadano millennial no solo quiere disfrutar de la ciudad, sino participar en su diseño buscando un producto a su medida.

Los mensajes políticos o de marketing, los productos o los servicios… ya no pueden venir empaquetados, sino que el ciudadano busca un producto personalizado y se lo crea él mismo.
Porque los ciudadanos están cambiando gracias a la tecnología, también debe cambiar el modo de gestión de las ciudades.

En tanto el ciudadano demanda mejor calidad de vida y servicios, se dirigirá a aquellas ciudades que se lo proporcionen. Y aquellas ciudades que proporcionen esta participación atraerán al talento y, por lo tanto, a más empresas.

Así, una smart city, sólo llegará a desarrollarse como tal, no sólo por su eficiencia, optimización y gestión, sino porque genera oportunidades de negocio. Si una ciudad no es productiva se convertirá en un simple retiro para la jubilación.

Que un gobierno decida invertir en tecnología para atraer empresas y talento no ve sus frutos a corto plazo, es decir: no da votos.
Por lo tanto, esas inversiones deben realizarse en un marco de colaboración público privado. Donde el ciudadano perciba el valor de la tecnología, la inversión la haga la empresa con modelos nuevos y creativos de negocio y el liderazgo en esta transformación sea soportado por los gobiernos locales.

¿Cómo abordar la transformación a Smart?

La Smart City, dejando intervenir al ciudadano milenial y desarrollando las tecnologías, atraerá el talento y los negocios, con lo que no hay otra alternativa: hay que ser Smart.

Los gobiernos no pueden invertir en tecnología, pero sí pueden liderar y enmarcar las actuaciones.

Las empresas innovadoras tendrán que convertir en valor para el ciudadano los datos y los nuevos modelos de negocio enfocados al ciudadano milenal.

Con estas tres premisas, parece que lo que debe ser Smart en una ciudad es la gobernanza y planificación de la ciudad. Por lo tanto, los gestores de la ciudad tienen que estar tan formados como los ciudadanos milenial y las empresas digitales.

¿Cómo transformar la gobernanza smart en oportunidades?

Smart City - Proceso TransformaciónLa planificación del desarrollo de una Smart City debe hacerse a largo plazo y con la participación público-privada. De este modo, las licitaciones que haga la administración deben estar condicionadas por dos aspectos dobles: Comunicación/Relación (el milenial se comunica en redes sociales) y Servicios/Gestión (a medida y más eficientes).

Por lo tanto, las oportunidades de nuevos modelos de negocio tienen que ver con aumentar el valor añadido a los servicios.

Pongamos algunos ejemplos: El servicio de parking puede dar valor añadido a la movilidad si el dato de las plazas ociosas se conectan a la nube, optimizando el tráfico y el tiempo de búsqueda de aparcamiento. En cuanto a la e-administración, evitando colas y absentismo laboral. En cuanto al consumo eléctrico, no sólo suministrando el consumo, sino monitorizando y premiando a los más eficientes. En cuanto a la recogida de residuos, no sólo teniendo buenos camiones, sino pasando sólo cuando los cubos estén suficientemente llenos… Y así cualquier nuevo modelo que se pueda uno imaginar.

La clave de estos modelos de negocio con valor añadido está en recopilar datos y ponerlos en su contexto para mejorar la eficiencia. Es decir: Internet de las Cosas.
Para que todo funcione dentro de una ciudad, esos datos y esa manera de contextualizarlos necesitará de dos aspectos: Por un lado sistemas operativos y plataformas comunes que permitan la interconectividad. Por otro lado legislar.

¿Todas las ciudades lo deben hacer igual?

Una vez que entendemos que la tecnología es común y que la gobernanza en una Smart City es colaborativa entre gobierno, oposición, funcionarios, empresarios y ciudadanos, todos juntos necesitan enfocar el Plan Estratégico de la Ciudad, es decir: tener claro qué quiere ser la ciudad, cómo se identifica y se diferencia de otras y qué actividades va a priorizar (no se puede hacer todo a la vez).

El rendimiento de un plan estratégico, desde el punto de vista político, se medirá en conseguir eficiencias en aquellos aspectos que se les ha dado prioridad.

Pero sí que hay varios procedimientos y consideraciones comunes:

-Previo al desarrollo del plan estratégico de ciudad, es conveniente un análisis de qué contratas hay hoy y en qué condiciones de tiempo y servicio.
-Replantearse los puntos de contacto y comunicación con ciudadanos y proveedores. Definiendo quién es el dueño de los datos y qué canales son on-line y cuáles no.
-Implantar la legislación conveniente que permita el desarrollo. Por ejemplo, hoy en día hay un déficit en la legislación en Drones de los que se prevé un potente desarrollo.
-Lograr eficiencias en energía (se prevé alta demanda) y en operación de la ciudad (tráfico, hospitales, residuos…) y en ecología.
-Tener la precaución de no excluir a nadie de este proceso por causa de no tener acceso a internet o no estar formado. Así que la formación, tanto en la ciudadanía como en los agentes implicados (especialmente los empleados de la administración) es clave.