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Las criptomonedas han encontrado la forma de digitalizar el dinero: disponiendo las bases para convertir la economía mundial en una red distribuida, abierta y social.

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Tiempo de Lectura: 7 minutos

El origen de las criptomonedas

A finales de los 90 la palabra “Internet” aparecía frecuentemente en los medios de comunicación, pero aún generaba desconfianza. Tuvieron que pasar más de 10 años para que el mercado se estabilizara (más o menos) y asumiésemos la realidad, ventajas e inconvenientes de los medios digitales.

Ahora, al similar está ocurriendo a una velocidad probablemente 10 veces más rápida en lo que respecta a las criptomonedas. Estamos asistiendo a un momento clave en la revolución digital, sólo comparable al cambio que Internet trajo a la comunicación, la información y el desarrollo económico, pero mucho más rápido. Quien no estuvo presente en el nacimiento, burbuja, pinchazo y revolución de los medios digitales, tiene ahora una nueva oportunidad.

Parece que con las criptomonedas hemos encontrado la forma de digitalizar el dinero: disponiendo las bases para convertir la economía mundial en una red distribuida, abierta, social y potencialmente sin el control de gobiernos y entidades financieras.

Cuando en octubre de 2008 un misterioso personaje (o personajes) llamado Satoshi Nakamoto presentó la idea de un sistema abierto, público pero a la vez seguro, que permitía registrar transacciones económicas (el llamado “blockchain”), no sabemos si imaginaba las consecuencias. El Bitcoin es hoy la principal criptomoneda aunque existen cientos de ellas, con una capitalización total de más de 538.000 millones de dólares en el momento de escribir este artículo.

¿Para qué sirven las criptomonedas?

Las criptomonedas pueden utilizarse como medio de pago, como fuente para conseguir financiación, como un mecanismo que facilite las transferencias de fondos, como activo de inversión o simplemente como una estructura segura para depositar dinero, entre otros muchos usos.

Muchas de las criptomonedas han sido creadas con fines que van más allá de la especulación: para costear beneficios sociales, para desarrollar ciertas tecnologías, para financiar infraestructuras, para la prestación de servicios, etc. Por ejemplo los creadores de EOS desarrollan software que permite el escalado de aplicaciones descentralizadas usando tecnología blockchain. La criptomoneda STORJ es una red de almacenamiento en la nube; IOTA permite aplicar su tecnología a las transacciones entre dispositivos en el “Internet de las Cosas” y DENTACOIN aplica la tecnología blockchain a la salud dental: seguros, opiniones, comercio. Por citar otro ejemplo reciente, KODAK presentó su KODAKCoin con el fin de que los fotógrafos puedan gestionar de una manera segura y fiable sus derechos de autor.

Desgraciadamente el uso más obvio (como forma de pago) todavía no está muy extendido (con la excepción de algunos países como Japón o Corea de Sur) por diferentes motivos.

  • los bancos y las entidades emisoras de tarjetas de crédito (como veremos más adelante) son reacios a apoyar un negocio que puede ser su competencia (aunque también su aliado).
  • La diversidad de criptomonedas hace difícil también la decisión de cuál admitir como forma de pago.
  • La volatilidad de la cotización de la mayoría de las criptomonedas frente a monedas fiat preocupa a los comerciantes, que deben tenerla en cuenta a la hora de fijar el precio de los bienes y servicios.

Pese a ello, existen muchas pasarelas de pago online que incluyen criptomonedas. Por ejemplo Coinbase, una de las más importantes, que dice tener como clientes más de 48.000 negocios que las aceptan, incluyendo compañías como Microsoft o Dell. El volumen de operaciones de compra/venta con Bitcoins durante el último trimestre de 2017 fue de más de 150.000 millones de dólares, con un importe medio de casi 10.000 dólares por transacción, de lo que deducimos que el Bitcoin tiene un uso mayoritario en la compra de bienes y servicios de precio alto.

¿Cómo se están usando?

Esta “popularización digital” del dinero preocupa sobre todo en países con regímenes dictatoriales donde el control de la economía y las transacciones es muy fuerte. Donde ya hay barreras al libre uso de los medios digitales para la transmisión de ideas y la organización social, ahora tienen un nuevo frente: la libertad económica fuera del control del estado. Algo similar está pasando en economías con un alto nivel de corrupción o en países con una alta inflación, en los que las criptomonedas se han convertido para sus ciudadanos en una alternativa a la pérdida de poder adquisitivo y en una forma de evitar el control estatal para la compra de divisas. En países subdesarrollados, que no cuentan con una estructura bancaria o financiera generalizada, las criptomonedas supondrán un importante refuerzo para el fomento de la economía, el ahorro y el comercio.

Otros países, por el contrario, son modelos en el respaldo e integración en su economía del blockchain y las criptomonedas:

Estonia, es un ejemplo en la integración de nuevas tecnologías y utiliza la tecnología blockchain de oficialmente para la sanidad y diferentes áreas del gobierno, disponiendo incluso de cajeros automáticos para que los ciudadanos compren Bitcoins.

En Arnhem (Holanda), que se define como “la ciudad de los Bitcoins” hay muchos comercios admiten esta moneda como forma de pago, ofreciendo promociones a los clientes que la usan.

Japón es un extraordinario ejemplos, pues las criptomonedas están reguladas y se admiten como forma de pago legal. Ya son más de 260.000 comercios, incluyendo la mayor cadena de concesionarios de automóviles del país, los que las aceptan.

El valor de las criptomonedas

Algunas criptomonedas tienen un valor estable en relación con otra moneda (por ejemplo el bitUSD que tiene un valor de 1 USD), otras están respaldadas directamente por el valor de metales preciosos, como las creadas por Goldmint, DigixGlobal o Tiberius Group, pero la mayoría de ellas tienen un valor extremadamente volátil que depende de varios factores.

  • Oferta y demanda: la escasez de un bien provoca que su precio suba cuando aumenta la demanda. Bitcoin, por ejemplo, puede tener un máximo de 21 millones de monedas emitidas, con un ritmo invariable en su creación.
  • Coste energético: la energía eléctrica que cuesta validar la seguridad del blockchain y generar moneda es elevadísima, lo que supone un coste inherente que pone precio a la moneda y a sus transacciones.
  • Utilidad: cuando una criptomoneda se puede utilizar para algo más que la mera inversión (por ejemplo como medio de pago), su valor se incrementa. Lo hemos visto recientemente, cuando Moneygram y otros medios de pago han decidido integrar Ripple en su plataforma, algo que disparó la cotización esta criptomoneda.
  • Valor percibido: es uno de los factores que más influyen en la volatilidad. Las noticias acerca del uso en actividades criminales, fallos de seguridad en los wallets, hackeos en los exchanges, estafas con falsas criptomonedas o, al contrario, la adopción de como forma de pago en importantes comercios o los comentarios positivos de reputados financieros y gobiernos, son factores que influyen en la percepción de su valor.
  • Los grandes inversores: los llamados “whales” son inversores, que de forma lícita o ilícita se han hecho con un gran volumen de criptomoneda, y sus operaciones de compra y venta de gran volumen puede alterar de forma inmediata la cotización. De hecho, se estima que poco más de 1.000 personas acaparan el 40% de los Bitcoins.
  • Exceso de oferta: cada día surgen nuevas criptomonedas (ya hay más de 1.500) y muchas de ellas no aportan ninguna novedad. Esta saturación del mercado genera dudas en los inversores y usuarios que no saben por cuál decidirse y diversifica las inversiones.
  • Regulación y prohibición: gobiernos de países con grandes volúmenes de inversión en criptomonedas, como China o Corea del Sur, han propuesto, promulgado o comentado leyes y proyectos para controlarlas e incluso prohibirlas. Esto ha provocado una oleada de ventas ante el incierto futuro legal.
  • El precio del Bitcoin: la decana se ha convertido en el “patrón oro” frente el que se miden muchas de las nuevas que surgen cada día. El comportamiento del Bitcoin es referencia del sector, por lo que las gráficas de cotización de la mayoría de las criptomonedas son casi calcos de lo que ocurre con el Bitcoin.

El poder vigila

Esta revolución del comercio, el movimiento de divisas y las inversiones, que de pronto se vuelven libres, inmediatas y populares; ofreciendo retornos económicos nunca vistos en el negocio tradicional de las entidades financieras, no puede pasar desapercibida para instituciones y gobiernos.

Entre los grandes grupos financieros e importantes inversores se está produciendo una reacción de amor/odio a las criptomonedas y su tecnología que tiene muchos ejemplos:

BNP PARIBAS y ERNST & YOUNG afrontaron recientemente una experiencia piloto que demostró que la tecnología blockchain puede ayudar a la entidad a optimizar sus procesos internos. Mientras, DELOITTE ya ha analizado cómo el blockchain es relevante y aplicable para la gestión de capitales.

Por el contrario el CEO de JMORGAN, Jamie Dimon, dijo hace sólo unos meses que “los Bitcoins son un fraude y que despediría inmediatamente a un empleado que los comprase o vendiese”, pero poco después ha lanzado QUORUM, una versión corporativa y privada de Ethereum que aplica blockchain y los “Smart contracts” en las transacciones corporativas. Y no sólo eso, sino que en Diciembre incorporó en su negocio el mercado de futuros de Bitcoins a través del bróker CME Group.

¿Y en España?

En España,  Caixabank ya se ha unido a otras entidades y a IBM para crear una plataforma abierta de comercio basada en blockchain. Asimismo, Santander y BBVA ya trabajan en la Ethereum Alliance para impulsar el uso del blockchain y de hecho, Santander es uno de los inversores en la criptomoneda Ripple y BBVA es uno de los primeros inversores de Coinbase: una de las principales agencias de cambio del mundo, con unos beneficios de más de 1.000 millones de dólares el año pasado.

Aun así, hace solo unas semanas la filial portuguesa del Santander provocó un importante revuelo por haber bloqueado las transferencias que sus clientes hacían y recibían de Coinbase por considerarlas “productos financieros no regulados”, decisión de la que se retractó poco después. No sabemos si este arrepentimiento llegará también Bank of America y Citigroup que recientemente plantearon su intención de evitar el uso de sus tarjetas para la compra de criptomonedas. Mientras, VISA ha presentado B2B Connect: la nueva plataforma de pagos segura y evolucionada para las instituciones financieras, a la vez que quitaba a WaveCrest la autorización de emitir tarjetas prepago basadas en Bitcoins.

Es evidente que el dinero de muchos está en juego y se hace necesaria una regulación legal, fiscal y tecnológica, que evite las estafas, aporte confianza y minimice el uso de las criptomonedas en el crimen organizado y el lavado de dinero. Esperemos que los que llevan más de 20 años queriendo poner puertas a Internet para proteger sus intereses personales no lo consigan esta vez que toca más directamente sus bolsillos.

 

Santiago Revellado
Directo General de Medialabs