Parece claro que las smart cities se van a basar en el Internet de las Cosas para poder ser desarrolladas en un futuro como sostenibles, capaces de optimizar y eficienciar sus recursos y su administración. Así podrán acoger a la población que se espera siga concentrándose y llegando a los núcleos urbanos con sus demandas a medida.
Parece que esto llegará algún día, y mientras tanto, nos dedicamos a desarrollar esa tecnología que hará que las ciudades sean Smart. Y que cuando lleguemos a que las ciudades sean Smart, entonces habrá una foto fija de la ciudad.
Pero podríamos decir que ya hoy, nuestras ciudades son Smart. Quizás de un modo aún rudimentario, pero, a lo largo de la evolución humana, cada vez que ha aparecido algún hito, no ha sido súbitamente, sino como consecuencia de un proceso. Y hay que reconocer que estamos de lleno en ese proceso.
Pero ese proceso no consiste sólo en desarrollar las tecnologías IoT y consensuar estándares de software para que los aparatos se comuniquen entre sí. Lo que hace a las ciudades Smart no es la tecnología, que siempre se desarrollará y replicará.
Para que una ciudad sea Smart es necesario que haya una estrategia urbana. Así, más allá de la tecnología, cada ciudad debe encontrar su propio modelo de desarrollo. Porque, aunque la tecnología puede ser estándar para cualquier ciudad, su cultura, las necesidades de la población, sus demandas, sus recursos, su morfología… son distintas.
¿Qué es un modelo de desarrollo para una smart city?
Teniendo en cuenta el aumento de población que se espera en las próximas décadas, su migración hacia las ciudades y la demanda de servicios personalizados, tres son los aspectos que debe cubrir la organización smart de una ciudad: Desarrollo económico, prestación de servicios y sostenibilidad.
En cuanto a la prestación de servicios, es un problema administrativo y parece viable en los estados de derecho llegar a acuerdos para que la ciudad pueda funcionar de un modo eficiente. Lo mismo sucede con la sostenibilidad que tiene que ver con optimizar y eficienciar, a la vez que dotar de salubridad y ecología a la ciudad. En cuanto al desarrollo económico es más difícil entender por dónde se desarrollarán las oportunidades, ahora que nos encontramos en plena vorágine de cambios de modelos de negocio, modelos colaborativos, cambios en los sectores tradicionales…
Por lo tanto, estos tres aspectos para desarrollar las Smart Cities se engloban en tres acciones: Planificar, desarrollar y gestionar. Es decir: algo que se ha hecho siempre.
¿Cómo elaborar un modelo de desarrollo para una smart city?
Y en estos momentos de cambios profundos, parece que en la definición de estos modelos de desarrollo debieran estar involucrados todos los agentes que intervienen. Así, a parte de los gobiernos, deberán intervenir los ciudadanos, las empresas y, de un modo muy trascendente, los trabajadores públicos (funcionarios o no) quienes llevan a cabo gran parte de esas acciones en la prestación de servicios.
Esta participación hoy es viable, la tecnología permite que así sea. Pero no debe ser el único modo de participar, puesto que aún hay personas que ni dominan ni se atreven a utilizarlas, por ejemplo en el caso del voto on-line. Lo cual sería una discriminación.
Para que una ciudad elabore su propio modelo de desarrollo, tiene que elegir qué desarrollo económico va a tener, qué servicios va a prestar y cómo gestionará sus recursos para que sea sostenible incluso ecológicamente.
Una vez que ya haya decidido sus actividades, debe planificarlas, desarrollarlas y gestionarlas mediante mecanismos de colaboración público-privada.
¿Qué actividades diferencian a unas ciudades de otras?
Básicamente todas las ciudades tienen las mismas actividades, lo que diferencia a unas de otras es el grado de importancia que cada actividad tiene en el conjunto. Así, por ejemplo, no se puede planificar, desarrollar y gestionar igual la movilidad y el transporte en una ciudad con canales como Ámsterdam que en una ciudad con cuestas como Toledo.
De este modo, a la hora de que una ciudad defina su modelo de desarrollo, por cada actividad que se plantee, tiene que tomar su propio enfoque.
En las actividades económicas tendrá que decidir cómo atraerá a las empresas y medir su eficiencia. En las actividades de capital humano tendrá que decidir si atraerá el talento mediante universidades o mediante los talleres. En las actividades de gobernanza si fomentará la participación ciudadana y con qué garantías. En las actividades que lleven aparejada tecnología tendrá que medir el grado de formación de los ciudadanos. Y así un largo etcétera en ámbitos como la cohesión social, planificación urbana, medio ambiente, turismo, gestión pública…
Y siempre teniendo en cuenta el componente tecnológico que nos ayuda a eficienciar y optimizar.
¿Cuáles son los siguientes pasos en el desarrollo de una Smart City?
La ciudad siempre ha estado en evolución, nunca termina de completarse y es imposible llegar a una foto fija. Por lo tanto, las innovaciones tecnológicas nos ayudan a seguir progresando y hoy en día es necesario incorporarlas en los procesos de desarrollo de nuestras ciudades.
No existe un modelo único de éxito para las Smart Cities, sino que cada ciudad debe encontrar el suyo, decidiendo entre las múltiples actividades que le son propias cuáles va a desarrollar y de qué modo.
Pero no basta con desarrollar bien una única dimensión de la ciudad. La ciudad es un todo, es un conjunto, y aunque pueda tener señas distintivas en las que destaque sobre otras actividades que se trabajen más, el resto de actividades también hay que tratarlas puesto que la ciudad es un organismo que necesita funcionar completamente.
El desarrollo de una smart city es paulatino y debe ser monitorizado con la tecnología para mejorar cualquiera de sus actividades.
Y, en tanto la base de una smart city es la tecnología, los agentes implicados deberán tener una formación adecuada: tanto los que tienen que aplicar, servir, suministrar, como aquellos que tienen que vivirla.