Diferenciarse o desaparecer: el valor de la innovación

Diferenciarse o desaparecer: la importancia de la innovación

Directivos de distintos sectores se han reunido en el Think Tank DIR&GE “La innovación como factor clave de la competitividad empresarial”, para debatir sobre cómo la inversión en innovación puede convertirse en uno de los pilares del crecimiento de las compañías.

Aunque tiende a considerarse la innovación como algo más inherente al concepto startup, cada vez más las grandes empresas deben planteárselo como una necesidad estratégica si quieren sobrevivir y diferenciarse en un entorno competitivo.

En un entorno altamente competitivo como el actual, las empresas deben plantearse cambios en distintas áreas para adaptarse a las necesidades del cliente: la innovación ya no es una opción. Nuevos productos o la introducción de tecnología pionera son los principales focos de innovación, pero grandes empresas y pymes deben ir más allá y afrontar este proceso como una estrategia global si quieren mantener un crecimiento sostenido.

Para debatir sobre cómo gestionar este proceso de cambio, integrándolo dentro de la cultura empresarial, directivos de distintos sectores se han reunido este miércoles 22 de febrero para compartir su experiencia y conocimiento en el Think Tank “La innovación como factor clave de la competitividad empresarial”, organizado por la red de referencia del ámbito directivo DIR&GE, e impulsado por Prodware, Paga+Tarde y Citrix.

Moderado por Juan Carlos Lozano, CEO de DIR&GE, el encuentro ha contado con la participación de Sofía Azcona, Directora General de COFARES DIGITAL; Sara Vega, Directora de Marketing de GRUPO RESTALIA; José María Gallo,  Director Information Systems & Innovation de AC Hoteles; Alireza Mohammadian, Director de Marketing y Comunicaciones en AFFLELOU; Manuel de Dios, Director de Canal de CITRIX; Rafael Juan González, Director de Innovación y Proyectos Internacionales de ALSA; Ramón de Cózar, Director de Innovación de PRODWARE; y Paloma Gafo, Digital Manager en BEIERSDORF AG.

En este espacio de reflexión, los participantes han abordado cómo la innovación se ha convertido en uno de los principales motores de crecimiento de las organizaciones, y han identificado cuáles son los ejes clave para las empresas que se encuentran inmersas en este proceso de cambio estratégico hacia la competitividad y la diferenciación.

La innovación, en el ADN de las Empresas

Según un informe de PwC, en España tan sólo un 45% de compañías invierten entre el 1 y el 5% de sus ingresos en innovar, cifra muy lejana de otros países europeos. Para revertir estos números, todos los asistentes han coincidido en que la innovación debe formar parte del ADN de las empresas, estar en su día a día como parte de la cultura corporativa. En este sentido, Ramón de Cózar ha apuntado que “nosotros hemos conseguido trasladar esa cultura a todos los departamentos, y los miembros de las distintas áreas son conscientes de que esa innovación en su día a día tiene unos efectos positivos y valiosos para la empresa”. José María Gallo está de acuerdo en que “debe ser algo 100% cultural, que cada persona se crea que parte de su trabajo forma parte de esa mejora continua”.

Para que toda la compañía se implique en los procesos de cambio, Alireza Mohammadian cree que debe ser también un proceso “de abajo a arriba, identificando personas que, desde la base, puedan impulsar o aportar valor a la compañía”. Sofía Azcona piensa que cada área, cada departamento de una empresa debe ser consciente de que “si en un año no ha presentado algo nuevo, probablemente se está estancando”.  Con esta idea coincide Paloma Gafo, que opina que “es necesario tener un buen líder que apueste por el cambio y lo promueva. Para que la innovación genere beneficios hay que darle tiempo, y es necesario que la Dirección de la empresa te apoye en ese sentido”.

Diferenciarse o desaparecer: la importancia de la innovaciónLa innovación debe formar parte de la empresa a nivel estratégico, pero, ¿cómo implicar a todos los empleados? Manuel de Dios opina que esta motivación tiene mucho de psicológica: “Hay, de base, una aversión muy humana al cambio, y por tanto a la innovación. ¿Cómo se cambia eso en una compañía? En la empresa el cambio es inherente, pero con el tiempo la velocidad del cambio se ha incrementado, y a día de hoy la innovación tecnológica va mucho más rápido que las personas. En muchas ocasiones los profesionales que tienen la visión de la tecnología no saben cuáles son los objetivos y realidades del negocio, y viceversa”.

También se ha hecho hincapié en la relevancia de saber hacia dónde tiene que enfocarse la innovación. Sara Vega afirma que “a veces vemos la tecnología como un fin y no como un medio. Ahora por ejemplo todo el mundo quiere una app, pero es esencial hacerse la pregunta de qué le va a aportar al cliente, cuál es el fin de implantarla. La tecnología tiene que ser un medio para la compañía, tiene que tener un valor añadido y aportar algo al cliente”.

Con ella coincide Rafael Juan González, quien asegura que “la única forma de innovar con éxito es tener una visión global y arriesgarse, nadie te asegura el resultado pero hay que dirigirla hacia un objetivo. Es importante centrar tus recursos hacia un foco concreto, y definir cuál va a ser tu futuro modelo de negocio”.

Además, todos  los participantes tienen muy presente que, actualmente, el cliente es el que marca el ritmo de la innovación, usando tecnología incluso antes de que la compañía se plantee usarlas. En este sentido Sofía Azcona considera vital “estar muy cerca del cliente, que es el que va marcando la diferencia”.

Perdiendo el miedo al error

Aunque salir de la zona de confort es a veces complicado para las grandes empresas, Sofía Azcona afirma que quizás deberían plantear los proyectos de innovación como un modelo de startup, con una inversión inicial y una espera de resultados a medio plazo. Así, Paloma Gafo opina que “somos demasiado cortoplacistas, pensamos que si un proyecto no genera beneficios en el corto plazo es que no funciona. Yo, sin embargo, creo que hay que equivocarse y pasar por el error para luego llegar a innovar con éxito. Tenemos que ver el error como una oportunidad, no como una amenaza”.

Por su parte, Rafael Juan González apunta que “los directivos a veces son conservadores cuando se trata de innovación; mientras les va bien, ¿para qué arriesgarse?”. Sara Vega afirma que lo fundamental aquí es “tener claro que la empresa puede desaparecer si no se adapta”, y tiene que haber alguien que transmita esta realidad a los directivos, ya sea internamente o bien de forma externa a la empresa. Ramon de Cózar concluye: “Innovar es en ocasiones algo incómodo por la complejidad o el desconocimiento, es enriquecedor contar con el apoyo de profesionales externos que aporten otras visiones y experiencias”.

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