Los millennials son ya una gran parte de la fuerza laboral, por lo que si se espera que la ‘Generación Y’ llegue con nuevas perspectivas e ideas de crecimiento, esta generación ya está demandando otra forma de liderar.
Los nacidos entre 1980 y 2000 contribuyen actualmente a la expansión y el crecimiento de todo negocio, por lo que existen 4 claves para dirigirlos y motivarlos en su lugar de trabajo.
1. Estructura y enfoque
En los líderes de éxito resulta fundamental priorizar con anticipación el trabajo de los días y semanas, pero para los millennials no es fácil programarlo todo, puesto que disfrutan de lo espontáneo y flexible.
Tener la posibilidad de ofrecerles aquello que necesitan bajo una estructura flexible y con unos límites saludables resulta altamente positivo. Por ello existen rutinas que sí pueden programarse, como reuniones regulares semanales o mensuales, con una agenda y objetivos claros, que les ayuden a alcanzar las metas a largo plazo.
Inspirarlos y servirles como modelo a seguir se puede conseguir absorbiendo sus buenos hábitos de trabajo. Entre ellos destacan cómo organizar el espacio de trabajo, la forma de programar con eficacia las labores a realizar, y establecer metas realistas. Además hay que prever que se necesita tiempo para ponerles al día en el uso de herramientas y métodos prácticos con los que planificar el tiempo sabiamente, simplificar las tareas o comunicarse con los miembros del equipo.
2. Oportunidades para crecer
Se trata de una generación que si bien no necesitan un gerente, puesto que suelen estar seguros de sí mismos, sí que demandan un líder carismático con habilidades de coaching que les pueda inspirar.
Los millennials no se contentan con un gran título y un buen sueldo sino que quieren contribuir y trabajar en algo significativo, ya que su identidad se expresa a través del trabajo que desempeñan. Se les deben asignar proyectos con los que puedan ejercer un impacto en el crecimiento empresarial y a la vez ampliar sus habilidades.
Estos jóvenes no responden al liderazgo autoritario, por lo que «ser duro» mandando no mejora la productividad, ni tampoco contribuye a crear consecuencias correctas en la empresa. Los millennials toman la iniciativa y muestran sus habilidades a través de la puesta en marcha de proyectos independientes, que les permitan sentirse no limitados.
3. Fomento del aprendizaje
A los millennials les encanta disponer de una retroalimentación laboral, y de una relación transparente con sus directivos.
Dedicar un tiempo para revisar su progreso resulta muy constructivo, ya que fomenta el mantener el contacto con cierta regularidad, además de mostrar interés y curiosidad por su manera de trabajar.
En este sentido se debe reflexionar acerca de cómo cubrir esa necesidad que tienen de conocimiento, y no ser crítico pero sí inspirador.
4. Refuerzo del conocimiento
Como líder, el papel del directivo en este caso es apoyar el crecimiento de los millennials. En este sentido hay que aprender cuál es el mejor momento para dejarlos ir, ya que su compromiso no suele ser a largo plazo con una organización específica. Para ellos el trabajo sirve para desarrollar habilidades así como para enriquecer el curriculum. Por eso resulta positivo comunicar que, si en algún momento salen de la organización, el líder seguirá estando disponible.
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