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Hoy en día, aunque nos esforzamos por poner fronteras, el mundo es ya uno solo, en muchos aspectos, también el tecnológico. Las cadenas de producción son globales y aunque a todos nos gustaría tener todo lo necesario cerca, y más en pandemia, eso es completamente imposible.

El sector tecnológico depende de la minería, de los minerales esenciales. Sabemos que diez países concentran el 80% de la producción mundial de cobre, y solo Australia y Chile casi llegan al 75% de la producción de litio. Y así sucesivamente. Si hablamos de aluminio, China cuenta ya con más del 50%. Además de los minerales, el sector tecnológico necesita productos, talento, mercados e infraestructuras para la conectividad gracias a los cables submarinos o los satélites. China y Estados Unidos están en la carrera de liderar la tecnología y si hablamos de infraestructuras, la mayoría de los 459 cables submarinos que nos conectan, el 90% han sido instalados por 3 empresas, una americana, una japonesa y una finlandesa. Del mismo modo, si hablamos de satélites, Estados Unidos domina el mercado.


La conectividad es crucial, pero también lo son las empresas punteras que desarrollan productos y servicios. Es por ello, por lo que las principales empresas del mundo por capitalización bursátil son en su mayoría tecnológicas, todas o americanas o chinas. 

China lleva años ejecutando un plan estratégico para liderar el mundo gracias a la innovación y la tecnología. La estrategia es sencilla, abrirse al mundo para copiar y aprender, crear sus propias infraestructuras y cantera de talento, disponer de las materias primas y suministros, crear sus propias empresas tecnológicas, inventar en China soluciones únicas y punteras, regular los competidores de su propio mercado y venderlas al gran mercado del mundo, todo bajo el control del Gobierno chino, invirtiendo de manera inteligente a medio-largo plazo. Estados Unidos aún posee una ventaja, aunque cada vez menor lo que se refleja en el número de los principales unicornios digitales.

China está decidida a tirar adelante su estrategia de ser líderes mundiales de la nueva tecnoeconomía basada en ser líderes mundiales en las nuevas cadenas de valor (movilidad eléctrica, nuevas energías, salud digital, agroalimentación, etc.) a la vez que proveer a su población (y mercado). Todo ello con las últimas tecnologías disponibles (cuántica, hidrógeno, biotecnologías, tecnologías del espacio, etc.).

China ha planificado que necesita para ello: materias primas, logística, etc. y llevan años adquiriendo todo lo que les es necesario de fuera, una conquista económica silenciosa de empresas, materias primas, conocimiento, tecnología y talento. Por ejemplo, recientemente ha firmado un acuerdo con Zimbabue para crear un parque de metales (litio y cobalto) destinado a la producción de baterías por 2.839 M$, el nuevo oro blanco para la industria de automoción eléctrica. Es decir, ha adquirido la economía de Zimbabue al mismo tiempo que el puerto de Hamburgo y con este ya van más de 100 puertos en 63 países.

Bajo el lema China primero, hace que sus empresas de chips provean a los suyos primero. La política digital va de la mano de la industrial y ya hace más de un año que intenta diseñar un gemelo industrial, un banco de pruebas para las empresas chinas, el Chinaverse. 

Este es el año de la inteligencia artificial porque empezamos a ser conscientes de su impacto, de sus múltiples usos para bien o para mal en nuestro día a día y sus implicaciones y por tanto de la necesidad de regularla bajo criterios éticos como está llevando a cabo Europa evitando el modelo privado americano o el del gobierno chino. Se espera que la industria tecnológica este 2023 alcance los 5 billones y que las inversiones aumenten un 10% a nivel global y en concreto, en el caso de la inteligencia artificial un 50%. 

Sin embargo, y a pesar de la carrera entre Estados Unidos y China, es bueno saber que ambos seguirán necesitando del resto de países como proveedores y como clientes de sus productos porque la desglobalización tecnológica es imposible. Además, las reglas para estos productos deben ser relativamente comunes y poniendo a las personas en el centro. Aparentemente sin darnos cuenta, el mundo está pasando del modelo económico del dólar americano al de la tecnología china, del poder del dinero del siglo XX al de los datos del XXI y espero que al del valor en breve. Esto es lo que escribo en el libro ‘Antes muerta que analógica’ y de ahí el título.

PD: En la era del humanismo tecnológico, cuidado con los tóxicos, troyanos y trolls y rodearos SINERGENTES que siempre suman aptitudes, equipo y valores.

Por Àurea Rodríguez, Fundadora de Talentea y miembro del consejo de administración de labiotecnológica QGenomics

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