Debido a la caída de las ventas en los establecimientos de gran superficie, las cadenas de alimentación de Europa se han visto presionadas a entrar, muchas de ellas, en la competencia de precios ‘low cost’, así como a crecer dentro del comercio electrónico.
Para asegurar la sostenibilidad del negocio, las empresas deben adaptarse a las nuevas tendencias del mercado, de manera que el impacto de la digitalización no influya negativamente en su rentabilidad.
Un informe de Bain&Company indica que para el año 2025 la cuota de mercado de los hipermercados y supermercados tradicionales podría caer por debajo del 50% en Europa.
Una de los principales motivos de esta situación es que los compradores europeos de alimentación cada vez evitan más las grandes superficies a favor de las compras online. Así lo afirman 30 altos ejecutivos de grandes compañías de bienes de consumo, que son las que venden a las principales cadenas de supermercados de Europa.
El estudio destaca que el valor del mercado español de bienes de consumo asciende a 61.000 millones de euros, con un crecimiento limitado del 1% anual entre 2011 y 2014. Un 55% del sector de los bienes de consumo lo copan los supermercados, que han registrado un crecimiento de entre un 3% y un 5% anual, impulsados por formatos de tamaño medio que han situado en el centro de las ciudades.
Pese a que de momento la penetración del comercio electrónico es baja en el canal de alimentación, ya se ha registrado una caída continua de las ventas en los hipermercados.
Según el estudio de la consultora, factores como la preferencia de los consumidores por formatos en centros urbanos, por la transformación de los supermercados en pequeños hipermercados, y por la previsión de que el eCommerce crezca a un ritmo del 25% anual, el tamaño medio de las tiendas podría disminuir en un 10%, acelerándose en algunos casos a un ritmo del 30-35%. Este hecho tendrá como consecuencia que el número promedio de productos en cada tienda se reduzca en un 25% al 50%, con el respecto al nivel actual, cayendo por tanto los márgenes de comercialización de los artículos entre un 20%-40%.
Esta circunstancia obliga igualmente a los fabricantes de productos de consumo a adaptarse a esta nueva dicotomía, en consecuencia redirigiendo su estrategia de negocio. Esta empresas deberán crear productos más sencillos y potentes, y reducir las referencias manteniendo las más vendidas, de manera que reduzcan los costes en esta situación compleja.
Los fabricantes deberán reinventar su manera de colaborar con los supermercados, y las compañías de bienes de consumo teniendo en cuenta la consolidación del mercado de los retailers, con una capacidad tecnológica que sea utilizada como ventaja competitiva.
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