La tecnología avanza tan rápido que no es difícil imaginar cómo un dron llega a nuestra terraza con nuestra cena. Pero lo cierto es que todavía estamos lejos de que una de estas aeronaves no tripuladas aterrice en nuestras casas transportando cualquier tipo de mercancía. La revolución que algunos aseguraban que iba a protagonizar los drones en el sector de la logística, y en especial en la última milla, no se ha producido.
Las limitaciones normativas, su alto coste y el reto técnico de lograr la máxima precisión en la entrega impiden el prometido despegue de esta tecnología de entrega con drones. Clic para tuitearPor ejemplo, Amazon, que se había alzado como precursora de esta gran innovación tecnológica, no consigue hacer despegar estas aeronaves para entregar a sus clientes los paquetes. Y ya han pasado casi diez años y se han invertido 2.000 millones de dólares en pruebas, desde que Jeff Bezos anunciara en 2013 que sus drones de paquetería surcarían los cielos de nuestras ciudades.
También la alemana DHL que quería explorar este camino, lo ha restringido a entregas de suministros médicos de emergencia o a zonas de difícil acceso. Y lo mismo le ha ocurrido a la empresa americana de mensajería UPS.
Las barreras con las que se han topado estas multinacionales no son solo a nivel técnico sino también normativo. «Algo con lo que no contaban estas empresas es que cuando se trata del espacio aéreo son operaciones serias y ese espacio se comparte con la aviación tripulada. Se han encontrado con una normativa que obliga al vehículo aéreo a cumplir una serie de condiciones», explica Daniel García-Monteavaro, jefe de Desarrollo de Negocio de Drones de Enaire, el gestor de la navegación aérea en España.
Avances normativos
No obstante, esto no quiere decir que no se esté avanzando para incorporar los drones a nuestras ciudades, con aplicaciones como el reparto de mercancías. De hecho, la normativa europea desde el 1 de enero de 2021 recoge esta posibilidad. «Permite el reparto de paquetes con drones porque recoge muchos escenarios de futuro para no quedarse obsoleta. Esta normativa se está empezando a implantar de forma gradual», señalan desde la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA).
Por ahora, salvo autorización de AESA «(y siempre cumpliendo unas medidas de seguridad y unos requisitos», dicen desde este organismo), los drones no sobrevuelan ciudades para el transporte de mercancías. No obstante, AESA asegura que «autorizamos muchos vuelos experimentales y reservamos espacios aéreos para hacer pruebas». De forma general, los drones tienen unas limitaciones: no pueden superar una altura de 120 metros; ni volar sobre concentraciones de personas; deben estar pilotados con visibilidad; no se permite que transporten mercancías y no pueden volar a menos de 8 kilómetros de aeropuertos, parques naturales y zonas de vuelo restringido.
Sin embargo, la apuesta es fuerte porque Europa trabaja en lo que se denomina U-Space, un ambicioso proyecto para hacer del espacio aéreo europeo un ecosistema en el que convivan todo tipo de aeronaves, tanto tripuladas como no tripuladas. Y esto también incluye el uso de drones repartidores de mercancía.
Retos
Por otro lado, hay que tener en cuenta cuestiones que están comenzando a aparecer a medida que se realizan los primeros ensayos con drones autónomos de reparto. «A nivel tecnológico aún hay dudas respecto a la seguridad. Nos falta tener mayor precisión para que llegue a un punto concreto y aterrice en él», señala Ramón García, director general del Centro Español de Logística (CEL). Y en eso se está trabajando. «Es complicado que lleguen a nuestra terraza, porque hay dificultades técnicas. Tienen que navegar entre edificios, tendidos eléctricos y otros obstáculos de las ciudades, identificar el destino y no confundirse con la terraza del vecino. Además, es necesario que tengan una viabilidad económica porque el coste de la implementación de una red de reparto de drones es muy caro», considera Teresa de la Cruz, Project Manager en Zaragoza Logistic Center.
Integrar los drones en la vida de una ciudad parece también un reto descomunal. Podrían llegar a volar por sus propias carreteras aéreas. «El dron debe saber cómo y por dónde circular, hay que definir rutas, hacer burbujas en los espacios aéreos para que puedan volar con seguridad sin interferir con otras aeronaves», dice AESA. «Tienen que convivir entre ellos. Por eso es preciso crear software y hardware que lo permitan, que identifique automáticamente el dron que vuela, contar con un plan de vuelo, hacer un seguimiento continuado… Y tener un centro que controle, gestione y coordine ese tráfico», cuenta Ángel Macho, director de Unvex, una feria de drones para profesionales.
Aún con tantos desafíos por delante, se están realizando numerosos ensayos.
Además, donde sí parece que los drones a corto plazo tienen futuro es en el transporte de productos de necesidad (medicamentos, muestras biológicas, vacunas…) a zonas remotas, de difícil acceso, o en situaciones de emergencia.
Asimismo, cada vez más empresas están incorporando drones para hacer inventario en sus almacenes y tener sus productos siempre localizados. «Son ágiles y optimizan tiempo y coste», afirma Guillermo Valero, director general de Airvant, una empresa que ofrece soluciones inteligentes para el sector logístico.
Fuente: abc.es