Los servicios tecnológicos que se engloban dentro de lo que conocemos como el Internet de las Cosas presentan un enorme potencial de cara a mejorar la calidad de vida de las personas tras su jubilación.
Se trata de sistemas tecnológicos que podrán ayudar a aquellas personas mayores que viven solas y se encuentren a una distancia considerable de su familia. Una población bastante destacada en Estados Unidos, ya que un 40% de las mujeres de más de 65 años viven solas. En estos casos el IoT proporcionará ojos, oídos, e incluso una mano adicional a los atareados cuidadores de ancianos.
Estos dispositivos detectan los movimientos, hábitos y cambios de comportamiento diarios, multiplicando así la arquitectura del hogar, ya que constará de un diseño físico y del diseño cibernético, que supervisará, gestionará y motivará aquellos comportamientos que mejoren el bienestar de los habitantes del domicilio.
En la actualidad son varios los sistemas que emiten un sonido para recordar la toma de medicamentos, pero a ellos se incorporan otros como el seguimiento desde la nevera de los hábitos alimenticios, la advertencia por parte de la cafetera sobre los hábitos del sueño, o incluso el consumo de carbohidratos por parte de la tostadora.
En un futuro cercano seremos testigos de cómo la Inteligencia Artificial será conectada con los centros de salud, familiares y amigos, e incluso los dispositivos portátiles actuales se comportarán como vehículo de información fisiológica y conductual.
Pese a sus múltiples beneficios, también existe un obstáculo importante que son los nuevos costes que supone para las personas con edad avanzada. Si bien la vivienda y el transporte son los gastos más altos, junto con los de salud a cierta edad, ahora se suman los costes del Internet de las Cosas, que generará una serie de gastos rutinarios que ahora pagamos en bienes que antes se consideraban del lujo.
De hecho, hoy en día los servicios básicos que monitorizan temas de salud sin prescripción médica representan hasta 100 dólares adicionales al mes.
Cada nuevo aparato que incorporemos al hogar añadirá una cuota de servicio mensual para que se pueda acceder a sus funciones. Esto creará un listado de gastos considerables a la jubilación.
Para asesorar a individuos y familias sobre las ofertas de estos sensores, aparatos y servicios ya no vale con los call centers actuales que conocemos hoy. El usuario del futuro deseará soluciones integradas, y más a una edad avanzada donde no quieren que nada les genere más trabajo.
Junto con el gasto, existe otro elemento importante a tener en cuenta, y es que quien quiera vivir en una ‘casa inteligente’ deberá determinar si la información íntima que se comparte está protegida por organizaciones de confianza. El IoT deberá justificar su valor monetario y el tema de la privacidad para proveer del valor suficiente a estos avances tecnológicos.
Por tanto, un jubilado tendrá que considerar que la tecnología le proporcionará beneficios increíbles, pero con gastos financieros y sociales que se tienen que comenzar a planearse desde antes de la jubilación.
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