Una de las tecnologías que más va a revolucionar el panorama tecnológico en los próximos años es la impresión 3D. Esta técnica la hemos visto aplicada en imprimir objetos a escala minúscula, reproducir piezas de repuesto de coches o aparatos mecánicos, además de otros usos como imprimir comida en el espacio.
Pero parece ser que sus posibilidades son infinitas, como muestra el MIT (Massachusetts Institute of Technology), que anuncia junto con el Hospital Infantil de Boston, la creación de un sistema capaz de crear modelos físicos en tres dimensiones de un corazón humano de cualquier paciente al que antes se le ha sometido a una resonancia magnética.
Con esta nueva aplicación de la impresión 3D, los cirujanos podrán ver una reproducción exacta del corazón antes de la operación quirúrgica, familiarizándose con la anatomía de cada individuo.
El proyecto se ha hecho realidad gracias a Danielle Pace, estudiante graduado del MIT en ingeniería y ciencias de la computación, y el autor principal de la investigación, junto con Mehdi Moghari, físico del Hospital Infantil de Boston y Andrew Powell, cardiólogo del hospital.
La base de este modelaje en 3D, que son los datos de una resonancia magnética, consiste en una serie de secciones transversales de un objeto tridimensional. Como ocurre con una fotografía en blanco y negro, cada sección transversal tiene regiones de oscuridad y luz. Los límites entre las regiones indican los bordes de las estructuras anatómicas, aunque los algoritmos que las miden no son siempre 100% fiables para realizar un modelo en 3D con garantías.
Hasta el momento lo que hacían los científicos era solucionar esta traba para aumentar las diferencias con un modelo genérico del órgano a segmentar, que en el caso del corazón son los vasos sanguíneos y las cámaras. Pero este modelo falla al aplicarse en pacientes que requieren de una intervención debido a las irregularidades de su corazón. Por ello los médicos tienen que separar a mano los segmentos de la resonancia magnética, un proceso que lleva unas 10 horas.
Los expertos del MIT decidieron que el procesamiento era lento e ineficaz, por lo que dejaron sólo 14 zonas de las 200 a analizar, gestionando el análisis del resto de segmentos mediante un algoritmo que predice las zonas que marcan los límites. Así garantizan la fiabilidad de la segmentación, ya que no se compara con un genérico sino con los patrones del propio organismo, que recorta el tiempo de procesamiento al manipular sólo 14 zonas en lugar de dos centenares de ellas.
Próximamente serán siete los cirujanos cardiacos que participarán en el estudio destinado a evaluar la utilidad de los modelos en el Hospital Infantil de Boston.
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