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Liderar la gestión de una organización es hoy un gran reto para los nuevos líderes que deben cumplir con las exigencias que acontecen en el siglo XXI, como son los desafíos tecnológicos, económicos y generacionales, que deben abordarse para alcanzar el éxito empresarial.
El diálogo, el cambio y la visión de futuro son tres de los fundamentos del perfil del dirigente actual, que además debe intentar sacar el máximo provecho de sus colaboradores.
El líder ya no es autoritario, sino que se ha convertido en el entrenador de los empleados, con la responsabilidad de dirigir con nuevas formas de comunicación que integren las diferentes generaciones.
En este sentido, la directora de la felicidad de Habitissimo, Lidia Nicolau, subraya que una de las diferencias más importantes con respecto al jefe tradicional es que «se ha pasado de ser el experto que todos consultan y cuyo criterio es el que importaba, a la persona encargada de gestionar el talento experto y de facilitar que las respuestas salgan de ese talento”.
Hoy son muchas las compañías que optan por un rediseño de la cultura empresarial donde el nuevo liderazgo se asienta en una estructura más horizontal, con menos niveles de gestión entre el personal y la dirección de la compañía.
Estas organizaciones basan su estructura en la productividad de los trabajadores, que están involucrados de manera directa en las decisiones, sin quedarse sólo en las órdenes de sus jefes. Promover la colaboración y la participación de los empleados en un proceso de toma de decisiones centralizado es el resultado de una ideología donde prima la flexibilidad y la adaptación al cambio.
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De ahí han ido surgiendo distintos estilos de liderazgo no convencionales. Desde la publicación estadounidense FastCompany dividen a los nuevos tipos de jefes en tres, todos ellos con sus ventajas e inconvenientes.
– El amigo. En las estructuras planas a veces el líder se perciben como compañero, ya que cuanto más cercano sea a sus empleados, mayor será su conocimiento acerca de las fortalezas y debilidades de la organización. Esto le ayudará a tomar las mejores decisiones.
Sin embargo, separar el trabajo y la amistad es difícil y puede generar conflictos laborales y personales. En este sentido Luis O.Salazar, director de S&S Consultores y Talentos, indica que este perfil “debe ir con los ojos abiertos en este tipo de conflictos”, porque habrá responsabilidades laborales donde surjan problemas con sus amistades.
– El gerente transparente. Son tipos de personas que dicen lo que sienten sin importar las consecuencias, y es un tipo de liderazgo que funciona, ya que puede llegar a crear una confianza más profunda.
Pese a ello, en la actualidad existen empleados que necesitan cierta autonomía en lugar de seguir estrictamente las órdenes de su superior. El problema con estos líderes emocionales es que no saben modular las emociones, y si están de mal humor o tiene mal carácter, puede transmitirse esa emoción a la organización.
– El directivo servicial. Es un tipo de jefe que se centra en el individuo como parte fundamental de la empresa, asumiendo el papel de coach sin esperar nada a cambio, teniendo como principal fortaleza la motivación.
Por el contrario, aunque involucra y capacita a los empleados, si tan sólo ejerce como “servidor” puede encontrarse con problemas, como el tomar una decisión rápida en una situación de emergencia, o incluso en momentos en los que se ponga en tela de juicio su autoridad.
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