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Hace unas semanas estuve en un desayuno convocado por la Universidad Autónoma de Madrid sobre las prácticas de sus estudiantes en las empresas, y sobre el primer acceso de todos ellos al mercado laboral.

Antes de nada, agradecer a la universidad la iniciativa, en un contexto con tantísima oferta formativa e informativa, está claro que fue muy acertada. Después de la sesión, me quedó muy claro que atendía a una inquietud que está mucho más extendida de lo que pensaba y del círculo en el que me muevo.

Alejandro Ribas, Socio de ACFYD Análisis, ahonda en la dificultad de acceso al mundo laboral de los jóvenes profesionales en el contexto actual Clic para tuitear

Todo ello me ha llevado a reflexionar sobre el primer empleo de los jóvenes, las dificultades de acceso, sus altísimas tasas de paro, y, por otro lado, las dificultades de las empresas a la hora de cubrir los puestos que necesitan, el desajuste oferta-demanda y la gran cantidad de desencuentros que existen hoy en día en esa “compraventa”.

Sí, digo compraventa porque así lo hemos considerado siempre en nuestra empresa, nosotros vendemos un puesto que los candidatos, una vez conocido el desempeño con algo más de profundidad (la que da una entrevista personal), deciden comprar, o no, de la misma manera que la persona nos vende su candidatura en base a las capacidades, valores y aptitudes que transmite en dicha entrevista.

Como en todo proceso de compraventa, si ambas partes confluyen, se cierra el proceso y la familia pasa a tener un nuevo integrante.

Volviendo al tema en cuestión, sí que me quedo con ese gran desencuentro, que, en Estados Unidos se ha bautizado como la “Gran Dimisión” y que se ha transmitido a todos los países del primer mundo.

A poco que sigamos la prensa en cualquiera de sus formatos, el fenómeno aparece en todo tipo de foros, y se está analizando desde todos los prismas, y por todo tipo de especialistas.

Todos los análisis parten del impacto que ha supuesto la pandemia sobre todos nosotros, esa certeza de lo efímero de la vida, y de todas esas sensaciones que han despertado estos dos últimos años, (en muchos casos y familias, con un coste irreparable), provocando una revisión general de las bases sobre las que se asienta el devenir de todos, el día a día, los sacrificios que se hacen y que se consideraban como asumidos, como algo ineludible y necesario.

Por otro lado, tal y como cuenta Antonio Núñez en su artículo de CincoDias del pasado 5 de junio, existen otros factores que pueden explicar todo este movimiento. Él alude a dos en concreto:

  • Las nuevas generaciones que llegan al mercado laboral tienen intereses diferentes a los de las generaciones anteriores, dándole mucho peso al balance entre la vida profesional, la familiar y la personal.
  • El aumento de las ayudas al desempleo durante la pandemia (ERTE)

Pero, de todo lo que se nos cuenta y aparece publicado, me quedo con la gran confusión por parte de las empresas a la hora de entender la situación, realmente, las tasas de ceses voluntarios en las empresas han aumentado, y, cuando hablas con empresarios o responsables de selección o de recursos humanos, todos transmiten su asombro ante el hecho: “contratamos empleados que se nos van al mes”, “no encuentro personas con el perfil que busco”, “lanzo un proceso de selección y me aplica la tercera parte de candidatos que lo hacía antes”

Si hablamos de datos, concretamente de Estados Unidos, como origen del fenómeno, podemos analizar los dos gráficos adjuntos:

Este gráfico detalla el número de abandonos de empleo en Estados Unidos desde 2010. Como se puede ver, es una magnitud que ha ido creciendo de forma sostenida desde dicha fecha.

En este otro gráfico se señala la relación entre desempleo, ofertas y abandonos, donde se detecta que, tras la pandemia, existe una separación más evidente entre los puestos ofertados y las salidas voluntarias de los empleos.

Si nos guiamos únicamente por los datos y los gráficos, lo que resulta más llamativo es el hecho de que no se cubren los puestos ofertados, más que el hecho de que las dimisiones voluntarias de los trabajos hayan alcanzado un crecimiento exagerado.

Evidentemente, la única certeza es que algo está pasando y nos queda por conocer su dimensión y ramificaciones. Si bien, yo echo en falta tener más información sobre la otra parte de la relación, conocer con mucha mayor profundidad el punto de vista del trabajador:

  • ¿Qué piensan los candidatos?
  • ¿De qué forma buscan trabajo?
  • ¿Cuál es la razón verdadera por la que una persona abandona un trabajo sin alternativa laboral inmediata?
  • ¿Qué mueve a un candidato a aceptar una oferta de trabajo?
  • ¿Qué mueve a un candidato a abandonar un puesto?
  • ¿Es el compromiso con una empresa una situación utópica?

Y si hablamos de España, ¿de qué manera está funcionando este fenómeno?

Por Alejandro Ribas, Socio de ACFYD Análisis

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