Hoy en día, todas las organizaciones deben hacer sus procesos más eficientes, con el objetivo no solo de ganar tiempo y dinero, sino también para poder tomar decisiones con mayor agilidad. En este sentido, cada vez más, el papel del director financiero -o en inglés Chief Financial Officer– está adquiriendo más importancia.
Sin ir más lejos, según una encuesta realizada por Accenture a 600 ejecutivos sobre Finanzas de Alto Rendimiento, más del 70% considera que este rol ha ganado influencia, en los últimos tiempos, en la toma de decisiones estratégicas, así como incidencia en el despliegue de iniciativas de transformación empresarial. Pero ¿cuáles son los retos que enfrenta la persona que ocupa este puesto? Stéphanie Rogeau-Barré, directora Financiera de la solución de gestión de gastos profesionales Expensya, comparte su experiencia acerca de los cambios que experimentó su posición en los últimos años y los aprendizajes que dejó la pandemia tras su paso al departamento que lidera.
La anticipación frente a un escenario inestable
El COVID-19 ha hecho que la manera de hacer negocios cambie para siempre. Con la crisis sanitaria, los directivos de las empresas y los CFOs, en particular, han debido modificar sus proyecciones y aprender a anticiparse a los escenarios. “Ya no es posible tener presupuestos fijos y tenemos que ser capaces de prever lo inimaginable. Es por eso que se nos recomienda tener provisiones en efectivo y reservas de tesorería», explica Stéphanie Rogeau-Barré.
Los directores financieros deben identificar riesgos potenciales y planificar respuestas rápidas para que, en caso de que se llegase a producir una nueva crisis como la de COVID-19, puedan actuar con agilidad. «Los CFOs ya no pueden permitirse perder dinero como ocurrió durante la pandemia. Hay que digitalizar y preparar ofensivas para evitar encontrarnos nuevamente en un impasse», añade Rogeau-Barré.
En este sentido, no pueden anclarse en el pasado y deben reinventarse para proyectar soluciones innovadoras. Estas previsiones frente a un futuro incierto provocan necesariamente compromisos financieros y contrataciones diferentes. La supervivencia de la empresa depende más que nunca de la estrategia y del poder de anticipación.
Adoptar a la tecnología para acompañar el cambio
En la actualidad, la modalidad de trabajo híbrida se impone como otra de las grandes transformaciones que nos ha dejado el COVID-19. Para acompañar este cambio, las compañías han apostado por adoptar una postura flexible y, en paralelo, se han ocupado de reflexionar muchos de sus procesos, como el de la gestión de gastos.
Y es que, con trabajadores en remoto, ¿cómo se puede seguir controlando los pagos? desde la recuperación de justificantes hasta el seguimiento de sus compras, las organizaciones tuvieron que salir a buscar nuevos métodos que permitieran empoderar a los colaboradores, todo ello sin perder el control.
«Expensya simplifica el proceso de gestión de gastos en las empresas. Nuestra solución ofrece una visión de 360° de todos los desembolsos que han realizado los equipos. El Director Financiero puede saber en tiempo real exactamente lo que gasta cada persona y validar sus informes de gastos», sintetiza Stéphanie Rogeau-Barré.
En lugar de solicitarles a los empleados que se acerquen a la oficina para presentar sus informes de gasto, desde la aplicación pueden hacer una fotografía del tique o factura, así como subirlos en PDF al departamento contable. Además, como Expensya cuenta con la Homologación de la Agencia Tributaria, los tiques y facturas en versión digital cuentan con el mismo valor legal que aquella en papel, por lo que también contribuimos en la reducción del uso del papel.
En definitiva, si hay algo que la pandemia ha demostrado a las organizaciones, es que la búsqueda por volver los procesos más eficientes se vuelve todavía más importante cuando la incertidumbre aumenta y los equipos trabajan de manera remota. Así pues, la incorporación de nuevas tecnologías será fundamental para lograr este objetivo de manera eficiente e integrada.
