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¿En qué fase de su transformación digital se encuentran las pymes? ¿Cómo han impactado los cambios -si los han implementado- en el entorno de sus negocios?

por Isabel Pomar, CEO de Datisa

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¿Qué resultados han obtenido? ¿Cuáles son los principales retos a los que se enfrentan? Estas son solo algunas de las cuestiones que abordan las pequeñas y medianas empresas en el nuevo escenario digital en el que se desenvuelven.

También los proveedores tecnológicos, en su labor de acompañamiento, buscamos las respuestas a estos interrogantes para desarrollar nuevas herramientas y proponer a las pymes fórmulas diferenciales para implementar proyectos digitales exitosos.

El avance en la transformación digital de las pymes estamos viendo que es bastante irregular. Mientras que unas -generalmente las más jóvenes- miran con naturalidad las oportunidades que ofrece la digitalización, otras más reacias, siguen mostrando dificultades a la hora de implementar cambios. Son estas últimas organizaciones las que tienden a dar por buenas, modificaciones que, aún, siendo efectivas, no son suficientes.

Adaptarse a las nuevas exigencias del cliente

En términos generales, y siempre, conforme a nuestra experiencia en el entorno de las pequeñas y medianas empresas, estas vinculan la necesidad del cambio a las nuevas exigencias del cliente. Entienden que la digitalización les permitirá analizar y optimizar su capacidad para proporcionar respuestas o, mejor dicho, experiencias, más exitosas. Pero, en muchos casos, aún, teniendo claro el objetivo, las pymes fallan en cuanto a las estrategias que desarrollan al centrarse únicamente en la automatización de determinadas tareas.

Los nuevos requerimientos de un cliente más exigente y, también, más digital en sí mismo son determinantes para impulsar el cambio, pero también, las oportunidades para abrir nuevos mercados o la presión que ejerce la competencia y que genera amenazas permanentes. O la irrupción del móvil como nuevo canal de venta, de comunicación o de interacción. Sin embargo, aún, teniendo clara la necesidad del cambio, insisto en que la transformación digital, entendida como una transformación disruptiva, no se está dando en general en el entorno de las pymes.

Hay organizaciones que piensan que la transformación digital vendrá prácticamente sola. En estos casos no existe liderazgo interno, sino más bien, resistencia y en última instancia “resignación”. No se apuesta por cambiar teniendo en cuenta el beneficio que aportará en términos de innovación o, incluso, de mejora en la experiencia del cliente, sino más bien por obligación.

Objetivos a dos velocidades

En términos generales las pequeñas y medianas empresas, han superado ya esa primera etapa en la que permanecen atentas, pero casi impasibles. Empiezan a ver oportunidades en el cambio y a liderar proyectos, a veces, aislados. En algunos casos, incluso, están planteando ya estrategias que recogen iniciativas más ambiciosas, aunque son conscientes de que muchas de ellas se quedarán solo en la teoría.

Digamos que los proyectos transformadores en las pymes están en ese momento en el que se quieren convertir en prioritarios, por lo que se están empezando a definir objetivos a dos velocidades: a corto plazo primero, para animar a poner en marcha nuevas iniciativas y a largo plazo para conseguir que los proyectos aterricen en beneficios escalables, por un lado, y duraderos, por otro.

La fase definitiva, para la que, en general, todavía queda bastante tiempo -es una opinión personal- será aquella en la que las experiencias digitales se retroalimenten, la transformación y el cambio estará en el propio ADN del negocio y la innovación se instaura como cultura corporativa. Será entonces cuando la digitalización se entenderá como la manera en la que las pymes competirán en su entorno y no tanto, como un proceso de mejora permanente.