Año tras año, la innovación es un desafío constante en las empresas, no sólo para mantenerse, sino para crecer. De hecho, estimular la innovación será el reto más crítico de los próximos tres años para un 46% de los CEO, según el reciente estudio de KPMG ‘Global CEO Outlook 2015′.
Hace apenas dos años, Accenture señalaba en otro informe que la capacidad de la innovación tecnológica para modificar las reglas de la industria era el mayor reto de las empresas para el próximo quinquenio. Ya en 2004, la adopción de modelos de negocio innovadores era un pilar de los planes de crecimiento del 80% de las compañías. La innovación es estratégica para la supervivencia y desarrollo de las empresas debido a que:
- Contribuye al crecimiento financiero.
- Permite alcanzar la excelencia operativa.
- Aporta la diferenciación necesaria para competir ganando nuevos clientes. Es decir, aumentando la cuota de mercado.
- Dota a las empresas de herramientas para focalizarse en el cliente reteniéndolo y multiplicando los bienes y servicios que se le suministran.
A pesar de esto, la mayoría de empresas en España aún no ha dado los pasos necesarios para convertirse en organizaciones innovadoras:
- Sólo 2 de cada 10 compañías cuentan con procesos formales ya implementados para promocionar la innovación en su seno.
- El 24% que sí dispone de ellos encuentra serias dificultades a la hora de ejecutarlos.
- Un 16% se muestra incapaz de gestionar y analizar los datos de los que dispone para ponerlos al servicio de dichos planes.
Por ello, es crucial dotarse de herramientas que introduzcan la innovación de forma transversal en las principales áreas de la organización. Esto afectará a la forma en que la empresa se relaciona con sus clientes hasta convertirlos en el centro de toda su actividad. De este modo, se cumplirán los principales retos de las empresas a causa de la disrupción tecnológica y a la transformación digital y se cumplirá con los objetivos de captar, atender y retener a sus clientes. En este sentido, proponemos conjugar tres verbos de forma constante e innovadora:
– Sorprender. La innovación es imprescindible para avanzar en la diferenciación, pero también para impresionar. En un entorno que cambia a una velocidad vertiginosa y que está sobrepoblado de competidores cada vez es más difícil sorprender. Lograrlo sólo es posible de la mano de la innovación tecnológica en la forma de comercializar productos, en el packaging, en la relación postventa, en la atención al cliente, en su fidelización y comunicación a través de todos los medios y soportes, etc.
– Adaptarse. Los plazos son cada vez más cortos. La globalización y la competencia exigen un nivel y una velocidad de adaptación nunca conocidos. De nuevo, innovar en los procesos de trabajo, producción, transporte y logística requerirá de imaginación y de las herramientas tecnológicas adecuadas. Dar coherencia a estos procesos y facilitar el acceso a la información desde distintos dispositivos para responder de forma ágil a la demanda interna y externa supondrá avanzar en la adopción de nuevas tecnologías.
– Evaluar. Finalmente, todos estos cambios deben guiarse por información fiable. Por lo tanto, antes de actuar será necesario examinar. Las herramientas de análisis deberán aportar los datos necesarios para una toma de decisiones ágil y práctica. Predecir el comportamiento del mercado y alinear los recursos existentes será clave para iniciar las acciones pertinentes.
Como vemos, estamos en un escenario en el que la transformación digital y la competencia marcarán las pautas para sobrevivir. En ese camino, es fundamental no perder de vista al cliente, al que hay que situar en el centro de la estrategia.