El valor de los equipos de trabajo en los tiempos de la Inteligencia artificial
Un nuevo entorno profesional
2023 es el año de la explosión de la Inteligencia Artificial (IA). Esta tecnología nos ha acompañado desde hace tiempo y estaba presente incluso en los dispositivos que usamos de forma constante: móviles y ordenadores. La novedad es que hasta ahora funcionaba de forma transparente para la mayoría de las personas, pero desde hace unos meses accedemos de forma masiva a aplicaciones de IA universalmente disponibles.
Más allá de la curiosidad que sentimos por comprobar el modo en el que estos sistemas interactúan con nosotros a través de diálogos muy realistas, surgen algunas preguntas sobre la aplicación de la IA en entornos profesionales. En la medida en que aparezcan aplicaciones capaces de realizar tareas que en estos momentos están a nuestro cargo, se plantea la duda sobre el valor que agregaremos las personas en determinadas posiciones. Si el contenido de nuestro trabajo puede ser asumido, al menos en parte, por sistemas de inteligencia artificial, ¿en qué lugar quedarán los profesionales que ahora se ocupan de esas actividades?
Las previsiones más distópicas y pesimistas (generalmente propuestas por personas que ignoran el alcance real de la tecnología en desarrollo) anticipan un escenario apocalíptico, en el que casi todo el mundo pierde su empleo.
En realidad, el avance de la IA supone un reto para el desarrollo de capacidades en las que los humanos tenemos/mantenemos claras ventajas competitivas. Paradójicamente, la tecnología nos permite y nos empuja a profundizar en nuestra humanidad. Según mi previsión, hay tres preguntas que no formularemos a las aplicaciones de IA, porque solo nosotros podemos aportar valor de forma diferencial.
¿Cómo puedo innovar?
Es cierto que los sistemas de IA nos enfrentan a ideas y propuestas que rompen nuestras inercias mentales. De hecho, para los procesos de innovación es recomendable incluir en el equipo, como a uno más, a estas voces (IA) que estimulan nuestra inventiva. Pero, en último término, la creación de un conocimiento disruptivo es tarea de los humanos. Cuanto más nos enfoquemos en innovar, menos reemplazables seremos por sistemas automatizados.
¿Cómo puedo conectar con otras personas y grupos de interés?
De nuevo, los sistemas de IA son muy potentes para crear correlaciones, enlaces, conexiones. Sin embargo, las relaciones en sentido estricto tienen una dimensión exclusivamente humana. Tanto en la propia organización (relaciones internas) como hacia afuera (relaciones con proveedores, clientes, etc.), la capacidad de generar un vínculo valioso y sostenible es otra de las aportaciones propias de los seres humanos. Profundizar en las competencias relacionales es algo que nos blinda ante el avance de la IA.
¿Qué es lo correcto en nuestro ámbito de actuación?
Los sistemas automatizados nos ayudan cada vez más a identificar los medios adecuados para conseguir nuestros fines. Sin embargo, la elección de esos objetivos, y la decisión acerca de los medios correctos e incorrectos es, de nuevo, una prerrogativa exclusivamente humana. La ética es una de las tareas que jamás deberíamos “externalizar”. Forma parte de nuestro core business. En las decisiones que tomamos se integra por supuesto un análisis coste – beneficio, pero más allá de todos los cálculos que pueda realizar un sistema, nos corresponde a nosotros elegir los criterios utilizados en este proceso de toma de decisiones, y su ponderación. La igualdad entre hombres y mujeres, por ejemplo, no es el resultado de un cálculo, ni un signo aritmético, sino una conquista humana en la que nos empeñamos. El impacto de nuestra operación sobre el entorno es otra de las variables que utilizamos para elegir entre diferentes alternativas, y la relevancia que concedemos a este factor es, de nuevo, una prerrogativa humana.
Por José Aguilar, Socio Director de Mindvalue