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La seguridad es una de las grandes aspiraciones a la que desean llegar los inversores. Saber que, aunque la rentabilidad se reduzca un poco, su dinero va a seguir produciendo frutos aporta mucha tranquilidad.

Por otra parte, la seguridad en una inversión cobra más importancia cuando más cerca temporalmente se encuentra el objetivo por el que invertimos. El tiempo es un condicionante muy relevante que añade o quita margen de maniobra.

En el universo financiero es esencial alcanzar un balance entre riesgo y rentabilidad, pues es en ese equilibrio donde mejor se mueven las inversiones seguras. A su vez, el concepto de seguridad bebe mucho de una percepción personal, hay inversores que buscan productos 100% garantizados y otros que no necesitan llegar hasta tal punto.

En general, las inversiones seguras se caracterizan por tres factores: operar a largo plazo minimiza el riesgo, y por tanto ganas en seguridad; diversificar los productos de inversión es un modo de obtener menos resultados negativos; y adoptar esa máxima de solo invertir el dinero que estás dispuestos a perder.

Una fórmula que se ajusta bien a esas generalidades de las operaciones seguras es invertir ahorros en Bolsa. Este mercado, como todos sabemos, es muy volátil en el corto plazo, pero la tendencia a futuros siempre es positiva.

Con esta idea, te proponemos varios escenarios seguros para adentrarte en la inversión financiera. Aquí vas a encontrar una rentabilidad suficiente, aunque no tan alta como la que cabría esperar con opciones en las que asumirías más riesgos.

Depósitos bancarios

Los depósitos bancarios ofrecen una rentabilidad fija conocida de antemano y generalmente a un plazo determinado. En entornos de bajos tipos de interés están acompañados de una rentabilidad muy reducida. Actualmente no es ese caso. Estos productos son muy interesantes para inversores conservadores que priorizan la seguridad frente a escenarios más convulsos.

El gran temor en este escenario es que la entidad financiera quiebre. En cualquier caso, el FGD o Fondo de Garantía de Depósitos (FGD) protege los primeros 100.000 euros por entidad y ahorrador. La rentabilidad con este producto no llega al 1% anual, luego no es un tipo de inversión que facilite la libertad financiera.

Planes de pensiones

Otra herramienta de inversión y ahorro a largo plazo es un plan de pensiones. Inicialmente esta fórmula estaba ideada para complementar a la pensión pública, pero hoy en día es una inversión cada vez más versátil. De manera técnica, lo que hace el plan es invertir tu dinero en un fondo de pensiones, que funciona de manera muy similar a un fondo de inversión.

Muchas personas piensan en esta herramienta como un producto garantizado, una suerte de hucha en la que ir depositando sus ahorros para que crezcan y poder recuperarlos más adelante, pero la realidad es que tanto en sistemas de renta fija como en los de renta variable hay opciones de conseguir una rentabilidad negativa.

Esto, no obstante, no implica que siempre sea así, pues hay escenarios en los que sí se obtienen buenos resultados. La clave está en diagnosticar bien cada detalle de la inversión, hasta el más nimio. Y tener algo en cuenta, al rescatar ese plan de pensiones, tocará ajustar cuentas con la Agencia Tributaria. Este vehículo financiero tributa como renta del trabajo y no del ahorro.

Anualidades

Las anualidades son la cantidad de dinero que una compañía de seguros se compromete a abonar al cliente de manera anual cuando este contrata un producto con una rentabilidad ligada a un índice bursátil.

Dicho de otro modo, es la rentabilidad que paga la aseguradora a su cliente. En ella el capital invertido está asegurado, de modo que el cliente no asumirá pérdidas aunque el índice bursátil sea negativo.

El otro escenario es que el índice bursátil crezca positivamente, lo que aumentará las ventajas con respecto a otras fórmulas inversoras. En cualquier caso, la rentabilidad mínima que aseguran las anualidades es relativamente baja. Igualmente, si hay subidas muy elevadas en el índice, suele ser común un techo de ganancias. Además, se penalizan las retiradas de capital previas a la finalización del contrato.

Bonos del tesoro

El mecanismo más conocido para invertir en deuda pública son los Bonos del Tesoro. Esta herramienta es muy segura, pues existe un Estado que avala la emisión. Para entender esta práctica, funciona como un depósito bancario a varios años con pagos anuales.

La web del Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital explica que los Valores del Tesoro son una inversión segura que ofrece una alta rentabilidad, siempre en línea con los tipos de interés vigentes en el mercado en el momento de su emisión. Además, destaca la facilidad con la que pueden ser adquiridos.

En la actualidad, la remuneración de esta inversión roza el 3%, un interés que se sitúa ligeramente por debajo de los mejores depósitos a plazo fijo. Dentro de esta inversión en deuda pública podemos distinguir entre letras del Tesoro, que son títulos a corto plazo, de hasta un año; y los bonos del Estado, que son títulos a medio plazo para periodos de entre tres y cinco años.

Otras

En el apartado de otras fórmulas de inversión podemos incluir las inversiones en renta variable y los productos derivados. Las primeras son participaciones en empresas cotizadas que ofrecen un nivel de volatilidad superior a los títulos de renta fija, pero con opciones de una rentabilidad mayor. Aquí no hay una rentabilidad predeterminada, sino que esta va variando en función de variables internas que afectan a la propia empresa y externas dependientes de factores macroeconómicos y políticos.

Las inversiones en productos derivados son instrumentos financieros cuyo valor depende de la evolución de los precios de otro activo, el activo subyacente. Aquí el riesgo es mayor, porque son operaciones sujetas al efecto de apalancamiento. Con ellas existen mayores opciones de ganancias y de pérdidas.