Generalmente en nuestro país, cuando se habla de competitividad ésta se asocia a una reducción de los costes de explotación. Pero no es aún tan habitual la apuesta por la productividad y la innovación.
#Innovación y #productividad, así debe mejorar la empresa española Clic para tuitear
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En este punto, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) señala distintas áreas de mejora en la empresa para sostener el crecimiento económico.
En su Estudio Económico para un Crecimiento Inclusivo, el organismo reclama ayudas para las empresas, un mayor impulso para la innovación en busca de una mejora de la competitividad.
De esta forma, se aseguraría que el crecimiento llegue a la mayor parte de la población.
Mejorar la calidad del empleo, una apuesta imprescindible
En el camino hacia la innovación y la competitividad, es imprescindible mejorar la calidad del empleo y la formación de los trabajadores, para que tengan una cualificación más óptima, mejor formación y una mejor adecuación de sus habilidades a las necesidades del mercado laboral.
Y esto choca de manera frontal con la temporalidad de los contratos.
En palabras del Secretario General de la OCDE, Ángel Gurría, “es fundamental que el ritmo de las reformas se mantenga para superar los múltiples desafíos aún existentes y garantizar una transición gradual hacia una economía verdaderamente basada en el conocimiento”.
Gurría añade también que la recuperación ha de ser inclusiva, abordando las desigualdades y ofreciendo oportunidades y una mejor calidad de vida para el conjunto de la población.
La baja productividad, un problema crónico
Desde la OCDE se señala además que la temporalidad del empleo genera un preocupante problema crónico de productividad.
Es la pescadilla que se va mordiendo la cola. La empresa contrata trabajadores temporales a los que no forma ni valora como un activo precisamente por ser temporales.
Se trata también de algo cultural, ya que muchas empresas llevan años premiando el presentismo, midiendo la productividad por horas que se pasan en el puesto de trabajo en lugar de hacerlo por tareas o volumen de trabajo finalizado.
Esto, a la larga, fomenta unos niveles de baja producción y una cultura de escaso rendimiento.
En este sentido, una mejora de la inversión en innovación muchas veces supondrá un empleado más cualificado para utilizar y sacar partido a estos nuevos sistemas que harán a la empresa ser más eficiente.
Pero con el comienzo de la crisis, el presupuesto de I+D+i fue una de las partidas que vieron reducida su partida drásticamente.
Y la situación no parece que vaya a mejorar. De momento, parece complicado un gran pacto por la innovación y el empleo que ayude a las empresas a ser más productivas, mejore la calidad de los puestos de trabajo y ayude a crecer de forma más sólida a la economía en España.