Salmones transgénicos, hamburguesas de carne vegetal, barritas energéticas de harina de insectos, apps que controlan el cultivo de alimentos… La industria alimentaria vive una revolución sin precedentes para definir los hábitos de consumo de mañana.
Desde que Amazon adquiriera la cadena de supermercados Whole Foods y abriera el primer establecimiento físico sin cajas registradoras, la industria alimentaria y su distribución se han transformado radicalmente. Los hábitos de consumo son radicalmente diferentes a los de hace años, al igual que los productos y los procesos para obtenerlos. Ante una población creciente con mayor capacidad de explotación que merma los bienes que ofrece el propio planeta, la tecnología y la ciencia se presentan como la esperanza de la industria alimentaria para enfrentarse a los crecientes desafíos.
Estas son las grandes tendencias que impactarán en el sector de la alimentación en los próximos años:
Buscar soluciones sostenibles
Administraciones, instituciones y compañías se alían para buscar soluciones sostenibles e integrales a las amenazas de nuestro tiempo: desigualdad, pobreza, hambrunas, obesidad, cambio climático, etc. Todos estos problemas han dado lugar a una emergente ideología alimentaria, que influye en los hábitos de consumo de cada individuo. En estos debates se mezclan la biotecnología, la salud, el ecologismo y otras cuestiones, tras los cuales hay intereses empresariales.
Cultivos modificados
CRISPR son las siglas que marcarán el futuro de la agricultura. Se trata de una técnica de edición genética que permite sustituir partes de ADN de las células de un organismo. Miguel Herrero, científico del Instituto de Investigación en Ciencias de la Alimentación (CIAL) del CSIC, explica que se trataría “de una mejora genética sin introducir genes de otra especie. No sería transgénico, sería modificado genéticamente”.
Esta tecnología podría ser una solución viable para la adaptación de la agricultura al cambio climático, con la sequía y el aumento de las temperaturas como principales problemas. Los científicos coinciden en que los cultivos no tienen la capacidad genética para adaptarse tan rápido a los cambios actuales, por lo que es necesario emplear la biotecnología y todo tipo de soluciones para mejorar la producción y obtener nuevos productos.
Algas e insectos
Reducir la dependencia de la carne parece ser una de las metas de la industria alimentaria. Los científicos investigan y estudian nuevos ingredientes funcionales, pero la carne obtenida en el laboratorio a partir de tejidos celulares todavía está lejos de ser comercializable. Por ello, los insectos se alzan como principales alternativas gracias a su coste de producción, alto contenido proteico y la necesidad de poco espacio de cultivo. Sin embargo, su potencial está aún por explorar.
Lo mismo sucede con las algas, de fácil adaptación y rápido crecimiento, que también pueden ayudar a la prevención de enfermedades, impulsando a su vez la industria farmacéutica. Gracias a este tipo de organismos se pueden obtener harinas ricas en hierro, omega 3 y proteínas.
Huertos urbanos
Huertos en contenedores industriales o granjas experimentales son ejemplos del acercamiento que el campo a hecho a la urbe en los últimos con el objetivo de disponer de productos frescos. Así, con técnicas con la hidroponía, que permiten cultivar sin suelo, buscan el máximo km 0, es decir, llevar la huerta lo más cerca de casa. Con ello, se suprimirían los márgenes de los intermediarios, el exceso de producción y la concentración empresarial. Además, defender la estacionalidad, revalorizar el alimento y potenciar la educación alimentaria son las grandes tendencias.
Comida sintética
El consumidor comienza a confiar en la proteína vegetal en busca de mayor transparencia y sostenibilidad. Las transformaciones tecnológicas, los cambios en los restaurantes y la comida de laboratorio que garantice un buen sabor son las principales olas de cambio a los que se enfrenta la industria. Los expertos señalan que en el futuro se podrá fabricar comida con impresoras 3D y otros gadgets y la nanotecnología permitirá transformar los alimentos supersaludables en supergustosos.