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En el verano de 2016, un grupo de amigos del colegio en plena carrera universitaria hicimos un Interrail por Europa. En ese viaje, Juan Fernández-Estrada y yo pasamos unos días increíbles en Ámsterdam, ciudad en la que, sin planificarlo, nació el proyecto que iba a marcar para siempre nuestro futuro: Blue Banana.

Cinco años después, la “X” que ambos nos tatuamos en la capital holandesa y que desde el principio fue el logo de la firma -presente en todas las prendas-, ha invadido los posts, fotos y stories de las redes sociales. Estas han sido el mayor escaparate de Blue Banana, y los usuarios, amantes de la aventura y la naturaleza, los embajadores que mejor la han llevado por el mundo.

Arrancamos nuestro proyecto con una inversión de 3.000 euros y una estrategia que entonces se basó en “dejarnos llevar”, usando el trastero de la abuela de Juan como almacén y haciendo pedidos diariamente a una costurera en Madrid. Las primeras camisetas eran customizables y nosotros gestionábamos cada compra personalmente. Fuimos solo dos durante bastante tiempo y únicamente empezamos a incluir ayuda cuando nos fuimos a estudiar fuera. Las herramientas de promoción de Blue Banana en aquellos tiempos eran también bastante elementales: el boca a boca y los amigos que salían de viaje y se hacían fotos para Instagram con las prendas que les regalábamos. Quién nos iba a decir entonces que hoy estaríamos hablando de una comunidad de más de medio millón de personas y una facturación de 4 millones de euros en 2020.

Si bien decimos que la suerte nos ayudó a estar en el momento perfecto con la idea adecuada, estas cifras no son fruto de la casualidad. Y es que hay mucho trabajo duro detrás: jornadas infinitas compaginando estudios y trabajo, miles de horas investigando sobre una industria de la que sabíamos poco o nada, campañas virales sin presupuesto, algún que otro error importante, Navidades en las que había que llamar a amigos y familiares para ayudar con los paquetes…

Por suerte, identificamos temprano uno de los valores diferenciales que ha sido clave en nuestra historia: el contenido. Desde el principio supimos que éramos una marca de aventuras -Blue Banana nació fruto de una- y poco a poco fuimos cultivando una obsesión por aportar valor a nuestros seguidores en forma de fotos y vídeos diferentes, identificables e inspiracionales.

Cualquiera que se dé una vuelta por nuestra web o cuenta de Instagram identificará inmediatamente el cuidado con el que se selecciona y muestran todas las imágenes. Contamos con un equipo de contenido que busca constantemente superarse y la verdad es que lo consiguen, siendo Juan y yo los primeros impresionados cada vez que nos presentan algo. Además, hay un punto de locura en los chicos que los hace pensar en grande, lo cual no nos puede gustar más. Por ejemplo, en agosto lanzamos “One Shot”, que hace referencia a un disparo fotográfico de nuestro compañero y Head of Content, Gonzalo Pasquier. Lo mandamos a la Polinesia Francesa a tomar la foto con la que llevaba soñando toda su vida y nos trajo un film totalmente épico y una colección de imágenes espectaculares de la ballena jorobada en su hábitat natural. Organizamos todo como parte del Día de la Fotografía y no podemos estar más orgullosos con el resultado. 

Otro hito en nuestra historia reciente es el concurso que organizamos en Instagram en abril: BANANA SANTA 2K21. En él sorteamos sudaderas cada 100 segundos y un viaje para dos personas, todo apoyándonos en fotos increíbles de viajes. La acción se convirtió en el mayor viral de Blue Banana: más de un millón y medio de participaciones, más de cien mil nuevos seguidores, más de cuarenta mil nuevos contactos para la newsletter, cinco veces más visitas a la web, el doble de ventas… y todo en 10 horas. Aún estamos digiriéndolo.

Lo cierto es que más allá de estos momentos recientes irrepetibles, este año ha sido crucial en Blue Banana. Hemos profesionalizado todas las tareas, incorporando al equipo perfiles senior muy específicos que nos están ayudando a llevar a la marca al siguiente nivel. Nuestro objetivo inmediato es seguir creciendo, pero de forma sostenible en todos los sentidos de la palabra. Por ello, también hemos reforzado nuestro compromiso con el medioambiente, añadiendo a las colecciones fibras y tejidos naturales y orgánicos procedentes del cáñamo, las algas o la ortiga salvaje. Estos se unen al algodón orgánico o polyester reciclado con el que ya trabajábamos y a una hoja de ruta mucho más extensa con la que planeamos negativizar todo el CO2 que emitimos antes de final de año, avanzar hacia un packaging y mobiliarios todavía más sostenibles o seguir apoyando a ONGs. Estamos orgullosos de todo lo conseguido hasta ahora, pero somos naturalmente inconformistas y pensamos que aún podemos hacer más.

Por ejemplo, solo en 2021 hemos comenzado a trabajar con la Fundación Prodis, que incorpora a personas con discapacidad intelectual al mercado de trabajo -nos ayudan con la gestión de pedidos de forma impecable-; hemos unido a PYRATEX® a nuestra lista de proveedores -nos suplen de textiles orgánicos de fuentes responsables-, y hemos hecho  donaciones a Trees For The Future -para ayudarles a reforestar África- y a Hidden Deserts -para apoyar en su labor de conservación del fondo marino-. Todas estas colaboraciones son importantes, pero las entendemos como solo el comienzo de algo mucho más grande.

Esta forma de crecer, con un equipo especializado enfocado en la sostenibilidad y excelencia nos permite seguir inspirando de forma responsable, pero manteniendo y ampliando nuestra oferta de ropa de calidad con las que la gente puede lanzarse a la aventura. En los últimos 12 meses hemos diversificado el catálogo añadiendo nuevos modelos a las camisetas, sudaderas y hoodies, nuestros productos estrella, y estrenando varias referencias importantes (abrigos térmicos, polos, bañadores de chica…). Además, en otoño lanzaremos la mayor colección hasta la fecha y lo haremos celebrando nuestra identidad y prendas icónicas, pero también ampliando todavía más las opciones para quien quiera algo distinto. También ultimamos la apertura de tiendas físicas en Barcelona, Valencia y Sevilla y nuestra consolidación en el extranjero -ya vendemos en casi todo el mundo con una web internacional y en Francia y Alemania con webs específicas-. Eso sin contar mejoras aparentemente invisibles en procesos internos y de equipos, en la web, en los servicios de atención al cliente y compra… En Blue Banana no hay espacio para el aburrimiento.

Repasando todo esto con Juan, nos damos cuenta de que parece que el viaje que empezamos en 2016 no va a terminar nunca, y cruzamos los dedos para que así sea. Para que nos lleve a más destinos, con más naturaleza e historias increíbles. Para que nos permita continuar creciendo de forma sostenible, respetando el planeta. Para que podamos seguir inspirando a las nuevas generaciones a hacer de su vida una aventura.

Por Nacho Rivera, co-CEO y fundador de Blue Banana junto a Juan Fernández-Estrada

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