Los freelance están restructurando las compañías y las carreras profesionales
Este es el segundo de una serie de tres artículos sobre “on-demand economy”. En el anterior (“una oportunidad basada en la tecnología”) se explicaba en qué consiste este modelo basado en la tecnología, su diferencia en el concepto de lo “profesional“ con la economía colaborativa y las oportunidades para hacer negocio empresarial o para complementar un salario.
En este nuevo artículo, desarrollaremos los fundamentos explicados en el anterior y se propondrán estrategias para el futuro, haciendo un análisis previo de los modelos anteriores.
A modo introductorio, recordaremos que una “on-demand company” es una plataforma que ha encontrado, gracias a la tecnología, el modo de adquirir fuera de su empresa servicios y bienes más baratos que producirlos ella misma, por lo que puede conectar consumidores que tienen dinero, pero no tiempo, con profesionales que tienen tiempo y disponibilidad.
Este concepto ha abierto nuevos conceptos de negocio, y también nuevas posibilidades para las empresas y, desde luego, para los trabajadores.
Una revolución más en el modelo laboral
A nivel laboral, el cambio al inicio de la revolución industrial fue la sustitución del trabajador artesano. Se produjo la aparición de las máquinas primero y posteriormente las cadenas de producción y separación de tareas. Fue cambiando incluso la legislación de los gobiernos favoreciendo un trabajo estable, con lealtad del empleado por su empresa, con seguros sociales y de pensiones, aparición de sindicatos…
Este modelo fue evolucionando, sobre todo desde el final de la segunda guerra mundial hasta los años 70 en que se dio un impulso a la globalización. En esos años, aparecieron incipientes tecnologías informáticas y nuevas capas laborales dentro de las empresas (como el midle management) trayendo consigo más rotaciones y reconversiones, empezando así a tambalearse el concepto del “trabajo para toda la vida”.
Hoy nos encontramos con sueldos más bajos, con más desempleados, con empleo temporal y precariedad. Generalmente tendemos a decir que esto es así como consecuencia de la crisis, pero ¿qué crisis?. En mi opinión, del mismo modo la irrupción de la máquina de vapor supuso una crisis que llevó a generar nuevos modelos industriales con sus correspondientes nuevos modelos laborales, análogamente, en estos momentos nos encontramos ante una revolución tecnológica que también tiene que tener su repercusión en los modelos de negocio y en los modos de trabajo, la contratación y la legislación.
En estos momentos está abierto un periodo de coexistencia de modelos. Y seguramente coexistan siempre ya que habrá necesidades de producción a escala, así como necesidades artesanales. Pero los modelos “on-demand economy” están haciéndose hueco.
Es por ello que se hace necesario acometer su regularización desde distintos aspectos que se apliquen sobre esas empresas y sobre sus trabajadores, porque, en mi opinión, estos ya sí son trabajadores, aunque sea en un nuevo régimen.
También habrá que ver cómo se regula a las empresas tradicionales para que la competencia sea razonable, revisando su actual hiper-regulación o contemplándola en la “on-demand economy”.
La tecnología y conectividad produce especialización y ocupación de la capacidad ociosa
El modo en que los economistas entienden las empresas es que tienen sentido cuando los costes de producir internamente son menos que comprar servicios o bienes en el mercado. Y estos costes de mercado, gracias a la tecnología, han bajado mucho. Y también han bajado mucho debido a la “ociosidad” de activos y de freelances.
Así pues, en relación a la tecnología: Desde la revolución industrial, cada vez que aparece una nueva tecnología, el obrero se ha especializado más. Con las tecnologías actuales, los trabajadores son aún más superespecialistas. Así, el cometido de la plataforma de intermediación es dividir las tareas para repartirlas y coordinarlas entre los distintos especialistas.
Y en relación a la posibilidad de ocupar capacidad ociosa: Los freelances y micropymes pueden disponer de tiempo (por el motivo que sea) y de activos desocupados, así que, en muchas ocasiones estarán dispuestos a bajar los precios incluso hasta el margen de contribución.
Vuelvo a repetir que no hay que confundir este concepto con la economía colaborativa, que también usa la capacidad ociosa y la tecnología, pero no de un modo profesionalizado.
Ventajas e inconvenientes
El objetivo de las “on-demand company” es explotar los bajos costes de conseguir bienes y servicios en el mercado en lugar de en su propia empresa.
Un modo es proporcionando un paraguas corporativo. Dando la seguridad al consumidor de que el proveedor ha pasado unos filtros. Del mismo modo, el trabajador autónomo o la micropyme se garantiza un modo de cobrar su servicio en tiempo y forma.
A pesar de todas estas ventajas, las “on-demand company” también tienen algunos contras.
En cuanto a política de precios, una empresa puede exigir a sus freelances y micropymes bajadas de precios para ser competitivo. Estas bajadas, al asumirlas los trabajadores, genera desmotivación y una cadena de consecuencias.
En cuanto a la legislación, hoy las políticas son proteccionistas con las compañías estructuradas tradicionalmente y con los distintos tipos de contratos laborales y por obra. Si un país quiere ser competitivo, debe favorecer y regular las “on-demand company” en la línea de que haya una competencia legal con otras empresas, para que el consumidor esté protegido y para que el trabajador o la micropyme tenga unos derechos y unos controles. Siempre teniendo en cuenta las regulaciones de otros países para que un país resulte competitivo en términos globales (uniendo todos los esfuerzos empresariales bajo el modelo que sea).
En cuanto al tamaño de una “on-demand company” suceden, a su vez, varios problemas: Uno es en relación al trabajador que, si no obtiene suficientes encargos, seguramente también trabaje simultáneamente para otra empresa de la competencia. Otro problema es la escalabilidad del negocio que, al crecer, se complica que la empresa pueda controlar a todos los proveedores y, por lo tanto, resulta difícil ofrecer estándares de calidad homogéneos.
Estas circunstancias hacen que las “on-demand company” estén teniendo márgenes muy pequeños, problemas de eficiencia y de escalabilidad, además de unos gastos enormes en marketing. Es por ello que hay quienes piensan que este tipo de empresas tienen un futuro local y marginal.
Pero aún así, sigue habiendo capacidad ociosa de freelances y micropymes, sigue existiendo tecnología suficiente y accesible y, la especialización de estos trabajadores hace que puedan ser incluso más eficientes que en una empresa tradicional.
El crecimiento de una empresa convencional termina generando muchas capas de management, mucha burocracia, escasa aparición de nuevas ideas y tecnologías cuando los mercados cambian…
Una compañía bien gestionada tiene que llegar al balance adecuado entre el trabajo que debe ser hecho dentro de la empresa y el que puede subcontratarse.
A la consecución de este equilibrio están ayudando las TIC y, por lo tanto, las empresas están reestructurándose en torno a ellas. Los costes de transacción son más sencillos, accesibles y económicos gracias a ellos. Se puede incluso fragmentar cada tarea hasta llegar a encomendárselas y subcontratarlas a un único fleelance. Y al mismo tiempo, hay que coordinar todas esas tareas.
Por lo tanto, el equilibrio consiste en fragmentar las tareas, coordinarlas dentro y fuera de la empresa y trazar el marketing adecuado para alcanzar tanto a proveedores como a consumidores.