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La industria ha malgastado la palabra sostenibilidad. Debemos empezar a hablar de circularidad e impacto social, y manejar términos concretos para que el consumidor pueda discernir la paja del grano.

Cuando comenzamos a dar vida a Sepiia, nunca nos planteamos como fin último crear eso que llaman “una marca de moda sostenible”. Nuestro objetivo, y el mío propio, fue crear una moda más inteligente y que hiciera más feliz el día a día de las personas. Y claro, en el siglo que vivimos, eso pasa irremediablemente por ser circulares, por producir local, por eficientar los recursos (…) Pero no como un fin de marca -eso que ahora llaman propósito- sino como un modelo sine qua non

Federico Sainz de Robles, fundador y CEO de Sepiia

Llevamos años asistiendo a un maltrato de la palabra sostenible. Hasta tal punto que las marcas que realmente lo están haciendo bien muchas veces no son capaces de destacar su modelo dentro de una vasta industria que es responsable del 10% de las emisiones de CO2 globales. Necesitamos acabar con las palabras vacías, ser mucho más concretos en los cambios que llevamos a cabo en nuestras praxis y modelos productivos. Y dejar de hablar de sostenibilidad en sentido amplio (o en sinsentido) para hablar de gestión de residuos, de monomateriales, de ecodiseño, de los recursos que intervienen en la producción textil y cómo reducirlos, y también de temas como la producción local, el transporte y la logística o la calidad de vida de las personas que intervienen en todo el proceso. 

La tecnología ha reconducido hacia un modelo sostenible sectores como el de la movilidad o la energía, nada menos. Sin embargo, seguimos asistiendo a cierto inmovilismo en la industria de la moda. Seguimos con modelos de producción de hace décadas. Hemos avanzado muy poco en el tratamiento de residuos y reducimos la sostenibilidad a unas cuantas acciones de responsabilidad social que no entran de lleno en la cadena productiva. 

A continuación me gustaría resaltar cuatro grandes factores que, sin ser ni mucho menos los únicos, me parecen las cuatro grandes vías para que podamos hablar de una verdadera transformación de la industria hacia un modelo sostenible. Cuatro factores concretos que no están en la conversación tanto como se esperaría: 

  • Circularidad radical: es decir, generar productos sobre una estrategia de ecodiseño en la que desde la concepción de los mismos, se plantee, ya no sólo cómo van a ser estos productos, sino cómo poder reciclarlos una vez acabe su vida útil. En la industria de la moda, duele mencionar que únicamente el 1% de las prendas de vestir a día de hoy se reciclan en ciclo cerrado.

Y, aún hoy, cuando hablamos de circularidad, sólo pensamos en el final de la cadena. Sin embargo, si tenemos en cuenta esta perspectiva desde la concepción del producto -incluso, desde que nos planteamos un emprendimiento o idea de empresa futura- habremos allanado el camino porque el producto en sí ya estará diseñado para reducir al mínimo su impacto y ser fácilmente reciclable o reutilizable. 

  • Transparencia: esto es, acercar a los clientes la información sobre cómo se han producido estos productos, así como quiénes lo han hecho, en qué condiciones, con qué materias primas o con qué valor añadido. Cuanta más información tenga el cliente, mejores decisiones de compra tendrá

Esto es algo que podemos apreciar especialmente en el sector de la moda, y más aún en fechas como Black Friday o las rebajas estacionales. La mayoría de consumidores no tienen la información adecuada para discernir el grano de la paja, de tal forma que quedan expuestos al consumo de productos poco sostenibles. Cuando alguien compra una de nuestras prendas, en la factura puede ver con exactitud suiza qué parte del precio que paga se va a logística, materias primas, recursos humanos o marketing, entre otras partidas. 

  • Durabilidad: esto es algo íntimamente relacionado con el ecodiseño, pero no es exactamente lo mismo. Por muy sostenibles que sean los materiales de las prendas en su fabricación o incluso en su uso y reciclaje, si los productos tienen muy baja duración, el impacto será muy grande. Por eso es necesario apostar por diseños pensados para durar, algo que, gracias a los nuevos materiales y tecnologías ya es posible.

Ese es, a mi juicio, uno de los grandes valores que aportamos desde Sepiia. Nuestras prendas están diseñadas y fabricadas siguiendo prácticas estrictamente sostenibles. Pero para nosotros eso es tan sólo el camino. El verdadero fin es conseguir fabricar prendas más duraderas que permitan un consumo mucho más responsable. Y eso, en la moda y fuera de ella, se consigue gracias a la innovación y la tecnología.  

  • Impulsar las industrias locales: es realmente sorprendente lo poco concienciados que estamos aún en esta materia. Aunque la industria está avanzando muchísimo, en demasiadas ocasiones seguimos haciendo oídos sordos. Y no sólo en la industria textil, dónde todos sabemos que buena parte de las grandes empresas fabrican a miles de kilómetros (con las emisiones que ello origina) y en condiciones de trabajo, como mínimo, cuestionables. 

Necesitamos seguir apostando por la producción local, no sólo por lo que refiere a la huella de carbono, sino especialmente por las personas. Porque ser sostenible es mucho más que medio ambiente. Y porque de ello depende generar empleos de calidad y construir marcas que -como principales actores sociales- generen un impacto positivo en la sociedad que les da cobijo. 

Por Federico Sainz de Robles, fundador y CEO de Sepiia

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