La nueva carrera armamentística de la robótica

Actualmente los expertos en inteligencia artificial son los que más saben acerca de la tecnología necesaria para desarrollar armamento de cara a un conflicto.

En julio del 2015, un grupo de investigadores advirtió que la tecnología ha alcanzado un punto donde el desarrollo de LAWS (siglas en inglés de “Sistemas de Armas Autónomas Letales”), sería una realidad en tan sólo unos años. La diferencia con el armamento nuclear es que estos sistemas se pueden producir en masa. Los científicos auguraron, en el texto que expusieron, que “será cuestión de tiempo que aparezcan en el mercado negro y que caigan en manos de terroristas, de dictadores deseosos de controlar a sus ciudadanos y de señores de la guerra que quieran llevar a cabo una limpieza étnica”.

Por tanto, este grupo pone de manifiesto que el comienzo de una carrera armamentística basada en la inteligencia artificial debería contenerse “con una prohibición del armamento autónomo que escapa al control humano”.

De momento, en Estados Unidos ya han renunciado a este tipo de armamento autónomo, y 94 miembros de Naciones Unidas se reunieron el pasado abril para firmar un acuerdo internacional que limitara su uso.

El principal motivo de esta campaña en contra es dar a los robots licencia para acabar con vidas humanas, ya que es un límite que no debiera traspasarse nunca. De hecho la portavoz de esta campaña para detener a robots asesinos es Jody Williams, ganadora del premio Nobel de la Paz en 1997 por hacer campaña contra las minas personales.

Para Williams, no sólo se trata de un planteamiento ético, sino de cuestiones como la difícil contención de la proliferación de este tipo de sistemas.

En el campo de batalla ya existen robots, con una autonomía limitada, que han sido desplegados para fines muy concretos, como la desactivación de minas y sistemas antimisiles, con una previsión de que su crecimiento sea exponencial.

El Centro para una Nueva Seguridad Americana (CNAS) calcula que el gasto global en robots militares podría alcanzar hasta 2018 cerca de los 5.700 millones de dólares anuales. Este dato contrasta con las previsiones que se tienen con respecto al gasto de robots de uso industrial y comercial, que se sitúan en los cerca de 43.000 millones de dólares.

robots autónomosCNAS es uno de los organismos que apoyan el desarrollo de este tipo de sistemas, puesto que según ellos “mejoran la capacidad de aventajar a los adversarios”.

En este sentido, la industria armamentística hace una distinción clara de los niveles de autonomía. Por un lado incluyen a los drones usados por Estados Unidos, entre otros ejércitos, que requieren de una persona para activarlos, aunque luego sean capaces de identificar un objetivo. En el segundo nivel de autonomía sitúan a las personas que supervisan sistemas ofensivos robotizados, como las baterías antimisiles. Y en el tercer nivel posicionan a los drones con plena autonomía, que son potencialmente más peligrosos, y por tanto más fáciles de prohibir.

Por ello, este debate expuesto por los expertos hace que la sociedad deba plantearse el riesgo que los avances tecnológicos pueden llegar a tener.

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